Apenas pasado el Día de las Madres de este año, con todas las reflexiones que usualmente se dan en esta fecha, tras la plática que dimos el lunes pasado hablando del dolor de ellas, nos han pedido abundar en los conceptos de amor y desapego.
Más allá de validar el dolor y el sacrificio de una madre por lo que viven sus hijos, en términos terapéuticos cuando se habla de la frase “amar demasiado” (Robin Norwood) se refiere a una forma emocionalmente patológica de relacionarse, comúnmente llamada codependencia, en cuyo proceso de sanación son fundamentales el desapego y el establecimiento de límites claros.
Sustituir el “amar demasiado” por el “amor firme”, es uno de los pilares para relacionarse de manera saludable, particularmente en casos donde hay adicción y codependencia.
En la consulta muchas veces nos preguntan si para superar la adicción de un familiar hay que dejar de involucrarse, de sentir o de hacerse indiferente ante la situación de quien está en consumo, a lo cual, la respuesta es un no rotundo.
No se trata de apartarse o de convertirse en un autómata ante la adicción de nuestro familiar, sino de aplicar lo que conocemos como amor firme, amor adulto, amor responsable o amor saludable que implica desear lo mejor para el otro, aprendiendo a poner límites firmes ante lo que no está en nuestras manos resolver o nos está dañando innecesariamente como consecuencia del deseo de salvarle a quienes comienzan a hundirnos.
Es muy común que una madre o una esposa de un alcohólico o un adicto sea el primer contacto para preguntar qué hacer para ayudar a su familiar a recuperarse, aún y cuando este no quiera el apoyo o no desee dejar de consumir, lo cual resulta infructuoso para quien padece la dependencia a la sustancia o a la conducta patológica, pero puede abrir una luz en el camino para el sistema familiar.
Por ello pedimos a la madre (o esposa) que acuda a consulta para darles una sesión de orientación, en la que explicamos las características de la enfermedad de la adicción, lo que esta provoca en toda la familia, las posibles formas de intervención y, la sugerencia de que sean ellas quienes inicien un proceso terapéutico para enseñarles a poner límites y a practicar el desapego.
Se dice que el desapego es la clave de la felicidad, en el caso de las adicciones, entendido como la aceptación de que no es con amor o con sacrificio como puede hacerse que el adicto deje de consumir.
“Hagas lo que hagas, si el adicto no quiere dejar de consumir no está en tus manos resolverlo y, al contrario, puede ser la causa de tu propio desequilibrio emocional, por lo que tienes que practicar aceptación y desapego, que no es lo mismo que indiferencia”, suele decírsele a una madre o un familiar que se aferra a la idea de que con más amor y más cuidados el otro saldrá adelante.
Que cada uno haga lo que le corresponda, hacerse responsable de sí misma y saber cómo vivir poniendo límites a la adicción del familiar, es lo que una persona codependiente en potencia debería estar haciendo, aunque lamentablemente muchas veces pone la misma resistencia que el adicto para asistir a terapia.
“No deseches lo que no conoces, atiéndete tú y ponte en manos de un Poder Superior”, son otras de las herramientas que en momento de negación suelen ser difíciles de entender pero que a la larga abren la puerta a la recuperación de la familia.
Omar Cervantes