Tiempos de polarización política y discursos de odio por la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, rodean a la polémica cinta “Emilia Pérez”, antítesis de las políticas de ultraderecha de la actual administración norteamericana.
Una historia que rememora la lucha por el amor en contextos adversos, como en “El amor en tiempos del cólera” de Gabriel García Márquez. Ambas, exploran la resiliencia del amor y la identidad en medio de la adversidad representada por la enfermedad y las políticas de Trump, respectivamente.
Es así como, García Márquez, narra un romance que sobrevive al paso del tiempo y las barreras sociales; mientras, Jacques Audiard en “Emilia Pérez”, pone el foco en el amor propio y la valentía de romper con las normas impuestas por una sociedad que, históricamente, ha marginado a las personas de la diversidad sexual.
Hoy, escenarios retrógrados como la orden ejecutiva de Trump sobre género denominado “Defendiendo a las mujeres del extremismo ideológico de género y restaurando la verdad biológica en el gobierno federal”, difunden información imprecisa que promueve discursos de odio.
“Sección 1. […] los ideólogos que niegan la realidad biológica del sexo... Los esfuerzos por erradicar la realidad biológica del sexo atacan fundamentalmente a las mujeres al privarlas de su dignidad, seguridad y bienestar. La eliminación del sexo del lenguaje y de las políticas tiene un impacto corrosivo no sólo en las mujeres sino en la validez de todo el sistema estadounidense […]
Este camino malsano está pavimentado por un ataque continuo y deliberado contra el uso y la comprensión habituales y de larga data de los términos biológicos y científicos, reemplazando la realidad biológica inmutable del sexo por un sentido interno, fluido y subjetivo del yo, desvinculado de los hechos biológicos.
Invalidar la categoría verdadera y biológica de “mujer” transforma indebidamente las leyes y políticas diseñadas para proteger las oportunidades basadas en el sexo en leyes y políticas que las socavan, reemplazando derechos y valores legales antiguos y apreciados por un concepto social incipiente basado en la identidad […]”
Al respecto, cabe señalar que la realidad biológica no se limita a dos sexos (no me refiero al género). La diversidad de sexos humanos está conformada por “hombre (XY)”; “mujer (XX)”; “intersexuales” con una variedad de condiciones (cromosomas, gónadas, genitales) que no encuadran en las definiciones típicas de masculino o femenino.
Así como variaciones cromosómicas XXY, XYY, X0, XXYY y “sexo mosaico” con células con diferentes configuraciones cromosómicas (XX y XY), que puede dar lugar a un desarrollo mixto de características sexuales.
Por lo anterior, resulta ingenuo describir la sexualidad humana a partir de una “orden ejecutiva”. La sola dimensión del sexo, uno de los componentes de la sexualidad humana, evidencia su complejidad.
Los interesantes personajes de Emilia Pérez y Juan “Manitas” del Monte de la cinta francesa, reconocida por el cine Hollywoodense, describen la diversidad de factores que inciden en la construcción social de la identidad de género y evidencian la absurda realidad que se erige en tiempos de Trump.