La semana pasada se llevó a cabo la reunión del Grupo de los 7 (G7), las siete potencias democráticas consideradas las más poderosas del mundo: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido.
Como se acostumbra, los acuerdos y las conclusiones quedan por escrito en una declaración oficial.
Estos grupos selectos de países jactándose de ser las potencias mundiales cada vez pierden más fuerza y credibilidad, pues se autodenominan y no dudo que sí estén en el top 20, pero en estas épocas ya todo es demasiado relativo y no se puede reducir a un grupo de 7 a las potencias mundiales, pues cada país en su rubro tiene su fuerza.
Por ejemplo y con todo respeto a Italia, un país hermoso, pero con prácticas y usos y costumbres demasiado tercermundistas, para pertenecer al G7 o querer equipararse a países como Alemania, Japón o Reino Unido.
Pero el punto aquí es para platicarles sobre la declaración, los puntos que tocaron y en particular poder entender la agenda que están impulsando estos 7 países, por lo menos la agenda pública. En resumen, la declaración contiene un apoyo absoluto a Ucrania, lo cual me parece irónico pues en el tema de Israel algunos de los miembros del G7 están apoyando el ataque a Gaza, por lo que no se podría decir que estén a favor de la paz o en contra de la guerra, sino protegiendo sus intereses.
Sobre las prácticas comerciales injustas por parte de Beijing también me parece una postura desproporcional pues todos los países en algún punto cometen dumping o promueven el proteccionismo en virtud de cuidar sus industrias y aunque es mal visto me parece completamente válido y la instancia adecuada internacionalmente hablando para determinar la validez o no de esas prácticas es la Organización Mundial del Comercio, no el G7.
En respuesta a esta declaración Corea del Norte y Rusia firmaron un acuerdo para defenderse mutuamente en caso de ser atacados. La realidad es que las declaraciones internacionales pocas veces llegan a buen puerto, habitualmente se quedan en buenas intenciones y posturas externadas, sin embargo, cada nación hace lo que más le conviene dependiendo sus intereses.
Me parece que ningún país tiene superioridad moral como para venir a querer decirle a los demás lo que tienen que hacer o incluso amenazarlos. Estas declaraciones no suman a la paz que tanto estamos necesitando por que lejos de sonar conciliadoras suenan a ultimatum en donde al final del día se debe de respetar la soberanía de cada nación.