Hablemos sobre Barbie y la capacidad femenina del disfrute, tan negada universalmente a un nivel irracional.
Las mujeres somos capaces de reproducir, representar y sentir alegría por las cosas más mínimas sin ningún problema, problema que al parecer a los varones si les genera la percepción de la realidad en que viven.
Hablemos de como el patriarcado niega a los varones la capacidad de disfrutar del rosa y la suavidad, y proveérsela a ellos mismos, sin robarla de una mujer; pero hablemos más alto de cómo durante años a las mujeres se nos ha restringido la inmensa capacidad de sentir placer que tenemos de forma instintiva y biológica.
Desde los tiempos en que nos obligaban a parir… (¿todavía?), hasta los tiempos del “acuéstate y piensa en Inglaterra” (¡¿todavía?!) hasta ahora.
Esperen, entonces, ¿NADA ha cambiado?
¿Nos siguen negando el placer? Sigue siendo tabú hablar de placer sexual, comprar juguetes sexuales, decirle “NO, hoy NO” a tu pareja, abortar, no querer hijos, tener muchos hijos, ¿vestirse de determinada forma?
¿Cómo es que llegamos a este punto? ¿nada ha cambiado realmente?
Lloré y reí con Barbie, en realidad lloré más de lo que reí cuando sufrí el shock que sufrió Barbie al darse cuenta que vivimos, en el mundo real, en un mundo de hombres.
ME DOLIÓ, a pesar de mi lucha y mi trabajo de visibilización, a pesar de la consciencia. DUELE, porque además te das cuenta que si bien ya tenemos alma, ya votamos, ya hay algunos lugares donde podemos elegir el aborto y la orientación sexual, el mundo sigue negándonoslo todo y nosotras somos quienes tenemos que tomarlo a la fuerza.
¿A dónde se fue la suavidad que me enseñaron que podía disfrutar cuando era niña, cuando me enseñaban que “podía ser lo que quisiera ser”?
Ser combativa actualmente es la única posibilidad que tenemos las mujeres para ocupar puestos públicos, de activismo o simplemente mantener a nuestros hijos alimentados y seguros bajo este esquema de leyes patriarcal que es capaz de otorgar pensiones de $70 semanales a los niños que cuidan 24/7 las mujeres.
No es de extrañarse, entonces, que tengamos que defendernos hasta de la decisión de vestir de rosa y consumir con alegría una película que nos hace ilusión, porque el placer en todas y cada una de sus formas nos es negado libre de culpa, siempre debe llevar una connotación que ponga a la mujer en la incertidumbre de estar haciendo lo correcto o no.
Yo me fui al cine de rosa y con una alegría inmensa, disfrutando del privilegio de existir, de ser Neni y poder pagarlo, de poder decirle a otras mujeres: Hi Barbie!, y reír, de llorar con mi hijastral a un lado cuando Barbie lloraba.
Creo que el placer es revolucionario y creo que imponernos a la culpa, la vergüenza y las trabas que el patriarcado le ha puesto a la capacidad de disfrute, es total y absolutamente necesario.