Es la tela antisistema, la que cobija a la madre y adorna a la mujer. Y al revés. Y otra vez.
La que nos acompaña al río, a guarecer la sombra mientras tallamos la piedra contra las rocas.
Un rebozo también es textil tejido entre brumas, niebla y aguaceros. Con olor a tierra mojada, pan y café.
Un rebozo también es, el facilitador de vida para las mujeres que todo lo tenían difícil desde antes que el rebozo apareciera.
Un rebozo es el discurso de las abuelas, a través de las manos, los hilos sueltos y los colores deslavados.
Un rebozo también es una cuna, un manto, una necesidad infantil que acerca la leche al niño. Que acerca al niño al nido.
Un rebozo, esa pieza textil tan homenajeada y ostentosa, tan vista y alabada, tan popular, es intima, propia, única y auténtica.
Cuenta historias, sueños, amores. Besos, risas, generaciones.
Y aquí te va una.
Sin variación alguna el día se escurre por la ventana. El sol se apodera de la sala. El calor, siempre el calor. El desierto insomne. Las crías están cansadas. De no salir, de no ver llover, de no correr sobre el pasto. Tú estas cansada de atender, mimar, ayudar, organizar, trabajar. Pero no hay opciones, tu vida es así, la vida es así. Y no entendamos mal, los días pesan infinitamente, más no el amor.
“Pero te pagan con sonrisas” te dicen una y otra vez cuando hablas de tus ojeras, de tu cansancio, de tu ansiedad que te mantiene comiendo día y noche, de no poder bañarte, de no poder trabajar, de no completar la renta. Si, crío. Y los amo. Pero también existo.
Las abuelas nos enseñaron a tenernos a nosotras mismas. Nos enseñaron algo valioso y casi olvidado.
Nos enseñaron a colgar la capa. Colgar la capa para portar rebozo. Porque el rebozo no nos obliga a ser algo o a ser alguien. El rebozo nos envuelve en todo lo que somos, como una segunda madre, un abrazo.
Un abrazo que dirá que por hoy está bien estar cansada. Que te brindara soporte para lactar mientras cocinas, que cubrirá esa mancha de ropa que no pudiste cambiarte.
Un rebozo es un compañero. Un envuelve corazones, un algo que entiende.
Entiende a través de las generaciones de tus abuelas que vivieron cansancio y parto y lactancia y embarazo sin cesar, sin respirar, sin ser mujeres.
Esa carga se liberó para arroparte a ti, mujer enrebozada que has colgado la capa en una declaración de rotunda e irreversible victoria.
