Cuando digo que las mujeres somos las que sostenemos la economía mundial durante la pandemia, me ponen los ojos en blanco.
Pero lo voy a seguir diciendo.
Nos han enseñado que la mujer que se queda en casa no hace nada.
Nada, le llaman a criar al ser humano y prepararlo para el sistema.
Nada, le llaman a cocinar comidas tres veces al día y disponer de fruta y snacks saludables para el niño.
Nada es la escucha activa, nada es el juego, el cambio de pañales, el baño, el peinado amoroso, el corte de uñas y cepillado de dientes.
Nada, debe ser conocer los lunares que van saliendo en el cuerpo del bebé, notar los cambios de talla de zapato y ropa, las manías, problemas de salud; preferencias de juego, los programas infantiles y relaciones.
Nada es la Crianza del niño y la niña a los ojos del estado y la sociedad patriarcal.
Nada es, por mucho que necesiten desesperadamente las labores de cuidado para sostenerla y que el complejo sistema que violenta a las madres y a las infancias siga su rumbo.
Es la perfecta esclavitud. La "invisible".
Los ejércitos de Madres desbordantes de amor por sus hijos dispuestas a esforzarse de forma inhumana por el bienestar de sus crías.
Porque la Crianza es el único trabajo de alto riesgo que se ejerce 24/7, sin descanso; porque desde el día del parto la adrenalina se dispara y ya no baja, porque el cuerpo te enseña que hay que estar alerta incluso durante la noche por si las fieras quieren devorar a la criatura.
Y mientras, tenemos "parejas" que de parejo no tienen nada y duermen tranquilamente mientras nosotras alimentamos, consolamos, cargamos, la tamos y cambiamos pañales porque ellos no tienen ese botón biológico de adrenalina ni esa necesidad de socializar con nosotras en base a la empatía.
O existe el progenitor que no vive con sus hijos, que tampoco los conoce y que por supuesto no los mantiene, pero si simboliza una carga emocional para la madre y los hijos que sólo usa para la foto del padre del año.
Y seguimos quedando desprotegidas si el padre acaba en la cárcel o abandona su paternidad o nos violenta de mil formas.
No hay ni siquiera una estrategia para que las maternidades autónomas puedan hacer la compra sin dejar a sus hijos fuera de farmacias y supermercados, exponiéndolos a todo y con la angustia a tope.
Por si fuera poco, los casos en que la maternidad está precarizada son el porcentaje más alto, y a la labor de la Crianza 24/7 se le añade la labor doméstica, ejercida casi por completo por la mujer o en alarmante desigualdad porque "ella no hace nada todo el día" y el pobre papá llega cansado de trabajar y lavar los trastes es demasiado pedir.
Y así, de todas formas, mientras el salario único del varón no alcanza para lo básico dentro de la familia, la mujer (que para entonces vive creyendo que ella no hace "nada") se dispone a "ayudar" en casa horneado pasteles, vendiendo frituras, maquillaje, artículos de moda.
Y a la mujer le enseñan, que aún con tres trabajos: criar, cuidar el espacio doméstico y emprender no hace NADA.
Y conozco aún a muchas mujeres que haciendo estas tres cosas todavía tienen un trabajo fijo.
Cuatro trabajos simultáneos para vivir a medias y seguimos siendo invisibles para legislar en el sentido de hacernos la vida y la Crianza más fácil.
Urge normalizar el discurso en el cual las mujeres con solo freír un huevo son las auténticas generadoras de economía mundial, para después impulsar acciones entre madres que sostengan un nuevo sistema de relaciones económicas que nos ayuden a independizarnos un poco del sistema patriarcal para el cual, sin importar qué hagamos o dejemos de hacer, seguimos haciendo "nada".