Sociedad

Dejen de hacerle la guerra a las mujeres

  • Criando Consciencia
  • Dejen de hacerle la guerra a las mujeres
  • Nadja Alicia Milena Ramírez Muñoz

Cada que pasa algo que me hace sentir que ganamos una batalla, aparece una niña muerta en un baldío.

Metieron a este tipo a la cárcel por violencia familiar, sólo cinco años, pero eso ya protege a la mujer de su violencia vicaria constante. 

Gritos de alegría, post en todas las páginas.

Abro Facebook y Diana apareció “sin vida”. Me dan ganas de gritarles que SIN VIDA NO, TIBIOS, ASESINADA, APARECIÓ ASESINADA.

A ver si ya llamamos a las cosas por su nombre y dejamos de restarles valor.

Acá en Aguascalientes bastó el voto de una sola mujer, vendida, seguramente, para negar el derecho humano del acceso legal al aborto. 

Una sola, de entre miles y cientos de miles que saben que el cuerpo femenino es el primer campo de batalla.

En mi rancho ganó la mujer antiderechos, de la familia antiderechos que además le ha robado MILLONES al erario, en una dinastía política que parece no tener fin, pero bueno, los gays siguen sin poder casarse y las mujeres sin poder abortar a gusto, ganamos, ¿no?

En Gaza las mujeres no están viviendo, despiertan cada día para morir un poco más, sin más opciones para alimentar que levantar harina del suelo, viendo a sus hijos morir de hambre. 

No sangran desde hace meses, no hay nutrientes en el cuerpo, y tal vez sea afortunado que el ciclo femenino sagrado se interrumpa, porque, ¿cómo se menstrúa en medio de los escombros?

Las mujeres acá en el tercer mundo, en América Latina vamos tirándola con cien pesos diarios del trabajo de medio tiempo que nos permite cuidar, con los $11 pesos de pensión que el juez autorizó y que nosotras tuvimos que pelear. 

Vamos sobreviviendo con la esperanza de enamorar a un hombre lo suficientemente bueno que nos acepte con nuestros hijos, pero para eso hay que cuidarse y encajar en los cánones de belleza de occidente, así que nos levantamos a una hora imposible a rasurarnos, maquillarnos, untarnos, acomodarnos, fajarnos.

Las mujeres acá no morimos de hambre bajo las bombas, pero morimos también, a veces hasta muchos años después, de explotación, cansancio e indiferencia.

¿Cuándo será el día que las mujeres dejen de morir en manos de hombres buenos, de feminicidas, de megalómanos, de narcisistas, de perfectos moldes, de hijos sanos del patriarcado?

La utopía femenina de despertarse un día y que el estado del cutis no importe, los pechos que pesan no nos estresen, las alacenas estén llenas y el compañero ya haya preparado el desayuno sin instrucciones y metido una ropa a lavar; de ir hacia un trabajo que te brinda horario especial de cuidadora para volver a casa temprano y dignificar la crianza, con gozo, con abundancia, con sueños grandes y expectativas de viabilidad inmensas.

¿Cuándo será el día que las mujeres dejemos de despertar en bolsas negras bajo el sol del desierto? 

¿Que podamos dejar de rasgarnos las gargantas gritando sobre el derecho sobre nuestros cuerpos, que podamos comer lo que queramos, engordar cuanto queramos, beber hasta donde elijamos, coger cuando y con quien queramos sin arriesgarnos a escuchar nuestro nombre en las noticias, en los colectivos, en el llanto de nuestras madres y nuestros hijos?

¿Cuándo dejarán de hacer que las mujeres pasen por el horror de ver los cuerpos de sus hijos apagándose, sin cabeza, su hogar destruido, sus sueños ilusos, su país y su hogar secuestrado por aquellos que dicen poseerlo?

Dejen de hacerle la guerra a las mujeres.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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