I.- El próximo 22 de agosto se cumplen 27 años de la muerte de la escritora Elena Garro. Tal vez ese día ya esté de regreso a la BUAP, que la nombró doctora “honoris causa”, aunque ya no pudo asistir a la ceremonia correspondiente.
Hablo de que ese día estará de regreso porque una estatua suya fue instalada en el Parque de San Luis, en la Avenida 5 de Mayo esquina con 10 Oriente, frente al edificio de uno de los primeros colegios de la Ciudad de los Ángeles.
Pero el vandalismo ha hecho estragos en la figura de quien nació en la Angelópolis el 11 de diciembre de 1916: le han cortado los dedos de una mano para quitarle su libro y venderlos “por kilo”, pues son de bronce.
Ante ese hecho, un grupo de universitarias de la BUAP, las académicas Diana Hernández, Alma Corona y Elvira Ruiz con varias alumnas, formaron el grupo Las Elenistas.
El conjunto hizo una manifestación del Edificio Arronte de la universidad al Parque de San Luis. Ahí, reclamaron respeto para la figura de Elena Garro, con lecturas de su obra y música.
Las Elenistas repitieron el acto en las recientes ferias del libro del Imacp y del IPN, con una petición hecha en la 5 de Mayo: que la estatua de la autora poblana sea instalada en la Plaza de la Democracia —Calle 4 Sur— frente al edificio Carolino.
Las solicitantes, que lo han hecho formalmente ante el Ayuntamiento, aseguran, con razón, que ahí la figura será respetada y estará en un sitio más apropiado a su prosapia.
Ya hace 25 años, la BUAP había donado a la ciudad un busto de Johann Sebastian Bach, para celebrarlo, pero al estar en la antigua Plazuela del Boliche, cerca de capilla de Dolores, fue presa del vandalismo.
Entonces, el busto fue llevado a la esquina de la Avenida Juárez, frente al Conservatorio de Música, donde permanece.
Respecto a la figura de Elena Garro, el Ayuntamiento ya recibió formalmente la solicitud de Las Elenistas y de varios ciudadanos para el traslado antedicho.
Esperemos, entonces, conmemorar los 27 años de la muerte de nuestra autora con ella ya en la Plaza de la Democracia.
II.- Teatro de la ciudad “Elena Garro”. Ese es el nombre que merece tener el antiguo y sobreviviente a tantas desgracias Teatro Guerrero.
Elena Garro fue incluida por Borges, Bioy Casares y Ocampo en su Antología de la literatura fantástica, segunda edición, de 1965. Los antologadores detallan ahí los porqués del título, de la compilación y otros asuntos que quedan claros para el lector.
Aunque ya había publicado Los recuerdos del porvenir, novela, y La semana de colores, cuento, Garro fue incluida en aquella compilación con una peculiar pieza teatral: Un hogar sólido.
Aun cuando es conocida la anécdota, cabe recordarla: una niña en la cripta familiar, hablando con los muertos, muerta ella misma ¿o en realidad estaba viva?
Además del amor físico e intelectual que, se sabe Bioy Casares tuvo por Garro, lo cual pudo haber sido un primer motivo para incluirlo, el texto de la dramaturga cupo bien en la antología preparada desde la Argentina.
Garro es conocida no sólo por ese Hogar sólido, muchas veces representado, sino también por El rastro, La señora en su balcón, El árbol, la actualísima Los perros y, entre otras, Felipe Ángeles.
En esa última obra (1967), Elena Garro no es la autora de “fantasía” reconocida fuera de México en 1965, sino completamente realista, a tal grado que cita párrafos completos de la defensa con los que el militar, durante décadas “apestado e ignorado”, se defendió antes de ser asesinado.
La dramaturga logró en esa pieza reivindicar al villista acusado —falsamente— de traición, y la cita textual de sus palabras, lo retratan como el humanista que Garro vio en él.
Hace tiempo que no vemos un montaje serio, profesional, completo de Felipe Ángeles, excusa para conmemorar al militar asesinado y a la dramaturga excepcional.
Pero estamos a tiempo de reivindicar a Elena Garro dándole su nombre al Teatro de la Ciudad —título éste, por demás, que no dice nada—: “miserere, miserere, que todo mundo se entere.”
Ahora que el Ayuntamiento angelopolitano va a cambiar de sitio la efigie de Elena Garro, está tiempo de nombrar al Teatro de la Ciudad como “Elena Garro”, por petición de Las Elenistas y de otros ciudadanos.
Entonces, el próximo 11 de diciembre, cuando se cumplirán 109 años del nacimiento de la dramaturga, tal vez veamos ahí la obra sobre su vida escrita —para celebrarla y reivindicarla— por Felipe Galván, Partícula revoltosa.