José Revueltas fue preso en las Islas Marías en 1932 por su militancia comunista. Su estadía en ese pedazo de tierra rodeado por el mar inspiró su novela Los muros de agua en la que narra, a través de las vivencias de cinco jóvenes reclusos, la vida carcelaria llena de violaciones a los derechos humanos por la vía de vejaciones, torturas y corrupción del aparato judicial. El título me ha parecido siempre una aportación literaria en sí mismo. El horizonte marino, en tantos contextos sinónimo de infinito, provoca, al nombrar la pieza de Revueltas, claustrofobia y desesperanza, antesala de lo que se vivía en ese reclusorio que apenas en 2019 cerró sus puertas.
En el marco de su estrategia para desincentivar los cruces fronterizos por migrantes, el gobernador texano Greg Abbott desplegó esta semana, en las aguas que bañan la ciudad de Eagle Pass, frontera con México, 300 metros de bollas gigantescas que, a decir de algunos trascendidos, se acompañan de alambre de púas. Como si las corrientes, no pocas veces violentas, del cauce fluvial no bastaran como frontera, el texano, en lo que parece una acción con tintes electorales de cara a las presidenciales estadunidenses de 2024, se desentiende de los riesgos de diversa índole que genera su decisión.
No contento con las violaciones a los derechos humanos que su actuar implica, el gobernador ha hecho caso omiso de los llamados de la Cancillería mexicana, que argumenta que buena parte de las bollas se colocaron en nuestro territorio. También desoye el llamado de la presidencia de su país cuyo Departamento de Justicia le ha comunicado ya formalmente que presentará una denuncia por la inadmisible medida.
Los muros de agua ya no son tales en el archipiélago de las Marías. Allí donde una vez Revueltas y sus camaradas fueron torturados, se ubica un centro cultural con vocación al desarrollo de las artes y el respeto a la naturaleza dirigido a los niños. El mar ha vuelto a ser mar.
Este río, el Bravo, el Grande, tendría que dejar de ser frontera, tendría que dejar de ser muro. Volverse cauce para los ríos de gente en busca de un horizonte mejor. Las bollas de Abbott nos alejan cada vez más de este ideal.
