Si preguntamos acerca de los rasgos en común de los países latinoamericanos, seguramente empezará el listado con el asunto de la lengua y cultura compartidas, de allí derivaremos a asuntos menos optimistas como la proclividad por el autoritarismo –militarizado o no– y, ciertamente, la corrupción endémica. Pero habremos pasado por alto una red a la que, a fuerza de abandono, hemos vuelto invisible; me refiero a nuestras culturas indígenas. Pauperizadas, las personas de las distintas etnias originarias del subcontinente pasan desapercibidas, a pesar de que sus problemáticas deberían atraer nuestra atención con la mayor urgencia. Porque no hay discurso o política social que no se evidencia hueco cuando se le confronta a la lacerante situación de quienes viven la discriminación, que no es otra cosa que la cancelación de oportunidades, basada exclusivamente en el color de su piel. Y si, como dicen, nadie es más pobre que la esposa del obrero, la máxima aplica también para los indígenas, porque nadie vive en mayor precariedad, en entre estas poblaciones ya de por sí expoliadas, que sus mujeres y sus niñas.
Por eso hay que hacer eco de la más reciente recomendación general emitida por el Comité CEDAW, que es el órgano de Naciones Unidos conformado por 23 personas expertas que vela por el cumplimiento de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.
Las personas de distintas etnias pasan desapercibidas
Cuerpo.....
En la presentación de esta recomendación general emitida hace escasos días, la presidenta del Comité hace una observación brutal: Nada de lo que allí se dispone está fuera de lo previsto en ésta y en otras convenciones y documentos del sistema de Naciones Unidas. Pero no las atendemos. De allí la importancia de este auténtico llamado a la acción.
De una pieza de un valor enorme para recordarnos esta terrible realidad y actuar en consecuencia,
escojo el siguiente párrafo: “Para reconocer la discriminación que afecta a las mujeres y niñas indígenas, tenemos que ser capaces de describirlas en forma concreta. Sabemos que no existe una forma de discriminación pura, aislada. Las diversas formas de discriminación siempre se mezclan, se intersecan, se refuerzan”. _
Politóloga
Miriam Hinojosa Dieck