En el marco de la vacunación del sector educativo pudimos ver, alineados para recibir el antídoto, a mujeres y hombres de todas edades y regiones. Más diversa aún será la población que saldrá del estado de cuarentena a raíz de esta priorización. Se vacunan los trabajadores de la educación con la finalidad de que los niños vuelvan a clases, pero es muy probable también que eso movilice a otros sectores que se reactivarán, incluso si quienes los hacen viables no se encuentran aún vacunados.
Esto será un proceso largo, complejo y, además, inédito. De entrada, volver a qué escuela. A nadie escapa que durante la pandemia los recintos educativos, principalmente los públicos, que son la mayoría, han estado descuidados.
Ante una serie de contingencias que elevaron el requerimiento de recursos públicos, un espacio que no estaba siendo utilizado, como lo eran los planteles educativos, cayó hasta hundirse en el listado de prioridades. El regreso, en muchos casos, será a recintos que lindan en lo inhabitable.
Pero más importante aún que a dónde llegan los niños y las niñas que retoman, es lo que lleven con ellos. Las cargas emocionales generadas por el covid y el encierro que trajo consigo son enormes. Infancias expuestas a violencias domésticas, padeciendo penurias económicas exacerbadas por la situación, y marcadas por haber vivido una prolongada situación de contingencia serán quienes habiten esas aulas descuidadas.
Maestros y maestras que han pasado ya más de un año tratando de resolver el aprendizaje desde la distancia tendrán mucho del agotamiento del soldado que a los traumas de la guerra debe agregar el volver a su hábitat para encontrarse con un espacio devastado. Habrá que tomar fuerzas de donde parece ya no haber. Levantar pupitres, pero también ánimos. Reconstruir paredes y también recuerdos. Apelar a la esperanza en medio de la desolación. Así será volver.
Miriam Hinojosa Dieck
Politóloga* [email protected]
