Nadie puede y nadie debe vivir, vivir sin amor
-Fito Páez
El amor transita en un mar de pasiones a veces turbulentas que lo empujan a afrontar envidias, añejos resentimientos y rencores con el riesgo de extraviarse en el camino; otras en un paradisiaco y pacífico océano de amorosa calma en donde siempre lo mejor está por llegar.
La conciencia de la propia muerte o la de quienes amamos, sobre todo en estos tiempos de pandemia, nos hace reflexionar sobre un diálogo de Tales de Mileto: “No hay diferencia entre la vida y la muerte”. ¿Entonces por qué no te mueres? Le pregunto a uno. Porque no hay diferencia, respondió. Es así como vamos experimentando pequeñas muertes a lo largo de la vida, cada vez que revivimos nos encontramos con la esperanza de la vida que es el amor mismo.
El desamor es una visita al inframundo, un desencuentro, un vaso colmado de hiel, un lugar inhóspito y desierto de emociones vivificantes en donde la mente no logra reaccionar inmediatamente, el amor está perdido irremediablemente, pero ¿existe el amor después del amor? La respuesta es sí, sí existe.
A veces hay que perdernos para encontrarnos, pero hay que buscar dentro de nosotros mismos el rescoldo del amor, esa pequeña brasa que nunca se apaga. Entonces vuelves a amar, ahora de otra manera, es un amor que se regocija en sí mismo por la sorpresa del encuentro.
El amor es una energía que cumple también con las leyes de la física: el amor no se crea ni se destruye, se transforma. En cada ocasión –invariablemente– es único.
La nobleza del alma es la capacidad de perdonar y olvidar, logra develarnos que al perdonarlo y perdonarnos todo incluye la liberadora función del olvido, así el aprendizaje de la experiencia es el amor, un sentimiento que no está al servicio de los instintos básicos, el amor que no se idealiza, es íntimo, generoso.
“El amor es benigno; no tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor […] El amor nunca deja de ser”. Corintios 13.
Es necesario haber amado, después perder el amor y luego volver a amar todavía.-Vincent Van Gogh
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