Política

México y la guerra

Por sabido se da que en este gobierno no hay sombra de aquel México que brilló tantas veces en asuntos de política internacional. Con la pueril idea de que “la mejor política exterior es la interior”, se pinta de cuerpo entero un presidente al que ya no salva en estos temas ni una experta como Alicia Bárcena, de lo mejorcito que ha tenido en su administración. Y es que a López Obrador no le da para entender que la globalización nos alcanza siempre y que lo que sucede en Medio Oriente o en cualquier parte termina por afectarnos. Lo peor, claro, es que convierta esto en una suma de errores y contradicciones, entre las que está el proclamarse defensor de la autonomía de los pueblos cuando ha tenido no una sino varias acciones injerencistas que dice tanto repudiar. Ahí están los ejemplos de su rechazo a desconocer y hasta poner en peligro vinculaciones como en Perú porque se destituyó a su amigo Pedro Castillo por la intentona de un autogolpe de estado, o los pasajes de Bolivia con su entrañable Evo Morales, un caudillo más, o las vinculaciones extrañas con Cuba, las inentendibles omisiones ante las atrocidades de Daniel Ortega en Nicaragua, etcétera. Vamos, ya no se diga hasta con sus contradictorias posturas que favorecieron a Trump y el hecho de no reconocer el triunfo de Joe Biden cuando el mundo entero ya lo había hecho.

Ahora se enfrenta a una postura no menos errática en el manejo del conflicto de Israel con el grupo yihadista Hamás, ya que no encontró palabras o trivializó el ataque terrorista que desató una nueva guerra, con la consiguiente desaprobación y reclamo de la Embajada de aquella nación, cosa que no debería sorprendernos puesto que algo similar pasó con la invasión y ataques rusos sobre Ucrania hace ya cerca de dos años. Su actitud es de ingenuidad o de plano de ignorancia ante la mecánica de Naciones Unidas. Llamó AMLO a una asamblea general no sabemos si a sabiendas de que los acuerdos de toda la suma de países han de pasar finalmente por el Consejo de Seguridad de la ONU que requiere voto unánime de sus miembros permanentes (Rusia, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y China) para proceder, cosa que se advierte prácticamente imposible ante sucesos como estas guerras. Pero así se ha navegado, con ausencias del presidente mexicano a las más importantes reuniones de jefes de estado y cumbres periódicas, sin reparar incluso en ridículos mundiales como la presencia en “crocs” de su secretaria de Economía Raquel Buenrostro en plena junta del grupo de los “20”. A ese nivel andamos.

Naturalmente que el tema vigente de la guerra entre Israel y los grupos palestinos radicales como Hamás, conlleva a reflexiones en las que no se repara ni se prevén consecuencias. Luego de la masacre de israelitas, sobrevino la reacción, usualmente muy violenta, de parte de las fuerzas armadas israelíes, como los intensos e indiscriminados bombardeos en los que la población civil resulta “daño colateral” pero que acumula ya miles de vidas de quienes habitan (o habitaban) la franja de tierra que conocemos como Gaza. Y es que para los israelíes no hay medianías y menos si un líder como el actual, Benjamín Netanyahu, encontró en ello hasta una forma de rescatar su imagen ya que se encontraba en vísperas de un juicio político por acusaciones múltiples de corrupción. Hoy, todo lo contrario, amaga a los enemigos como Hamás, innegablemente de prácticas terroristas, pero con una nueva invasión territorial que simplemente obliga y ordena con la contundencia del ultimátum a los palestinos de esa zona a un nuevo desplazamiento, a conformar otra ola de refugiados que por lo pronto se acerca ya a la frontera con Egipto. Comprendiendo la frustración de Israel por el ataque terrorista, hay sin embargo cuestiones que muestran cierto grado de fracaso de sus medidas de inteligencia para prever este hecho, algo casi inexplicable cuando sabemos que Israel cuenta con un sistema de seguridad (Mosad) y de previsión de hechos como el sucedido, y que es considerado, tal vez, entre los dos o tres mejores del mundo.

La guerra en Medio Oriente es un hecho históricamente repetido, con una intermitencia que conlleva efectos muy claros sobre la economía mundial y sobre un conglomerado humano. Parece una guerra que nunca tendrá final y que lleva ya 75 años de enfrentamientos. A Palestina se suelen sumar muchas naciones de origen árabe y cualquiera reconoce el riesgo en temas como el abasto de energéticos para el mundo. No es, pues, un asunto menor como para que un gobierno de México adopte una postura cómoda, aunque, justo es decirlo, bien hecho lo de la extracción de connacionales con aviones de la fuerza aérea mexicana. Lástima que, en lo general, en la guerra y en la paz, en asuntos mundiales, este sexenio no será de los que pasen precisamente a la historia. La cuarta transformación no da para tanto.

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X: @MiguelZarateH


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Miguel Zárate Hernández
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