Una costumbre arraigada en nuestro país es la de la impuntualidad, que no es más que un desperdicio del recurso más valioso que tenemos los seres humanos: el tiempo, este recurso que no es renovable, pues cada segundo que se pierde en la vida con un retraso no va a regresar jamás.
La impuntualidad habla muy mal de todos nosotros, nos forja una imagen de incapacidad para planear y organizarse, de desorden, de poca fiabilidad y mancha sin duda la reputación de quien lo es, pues si no es capaz de organizar su tiempo para ser puntual, difícilmente tendrá resultados satisfactorios en otras actividades.
Los impuntuales son personas que no garantizan nada, pues no solo provocan costos de miles de millones de pesos y cientos de horas en su desempeño, sino que además disponen del tiempo de los demás provocando un desorden en quienes tienen que padecer su impuntualidad.
En cambio ser puntual es una muestra de respeto y consideración a los demás, permite que con quienes conviven tengan la certeza de un tiempo bien aprovechado y realizar actividades planeadas y ordenadas que permitan sortear los contratiempos.
Me molesta sobremanera que dispongan de mi tiempo cuando ya tengo una planeación de mis actividades por respeto a los demás, me disgusta en gran medida las personas que llegan tarde porque no son capaces de entender que están además disponiendo de una parte de mi vida.
Tenemos que deshacernos del abuso que significa disponer del tiempo de los demás, si no podemos resolver este tema que tiene que ver con la educación desde casa, qué podemos esperar de otras situaciones que tienen sumidas al país en una crisis.
Hay muchas cosas por cambiar en México… ¿qué les parece si empezamos por la puntualidad? algo sencillo, porque cuando llegamos a tiempo o antes disponemos de nuestro tiempo, cuando llegamos tarde estamos disponiendo de la vida de los demás ¡y no se vale!