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"Había una vez en Hollywood"

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  • Maximiliano Torres

Si Quentin Tarantino es hombre de palabra y se apega a la vez que dijo que se retirará luego de hacer diez películas, entonces estamos a una cinta de despedirnos de uno de los directores esenciales del cine contemporáneo. A eso se debe que la publicidad de su más reciente filme diga por todas partes “La novena película de Quentin Tarantino”. En la supuesta víspera de su jubilación nos entrega Había una vez en Hollywood, que nos hará reconsiderar cuál es nuestra favorita de su obra.

Rick Dalton (Leonardo DiCaprio) es un actor de westerns de televisión que puede sentir cómo sus mejores años de carrera quedaron atrás. Recorriendo calles, bares y fiestas en Los Angeles junto a Cliff Booth (Brad Pitt), su amigo y también doble en las secuencias de acción, Rick intenta asimilar la crueldad con que la industria del cine trata a su talento. Es 1969, y entre los eventos históricos que cambiarían el mundo ese verano (Woodstock, la cultura hippie, la llegada del hombre a la Luna, etc.) Rick y Cliff cruzarán camino con Sharon Tate y los seguidores de la secta de Charles Manson, quienes protagonizarán el acontecimiento que dará fin a la era de oro de Hollywood.

“La número nueve es como todas las ocho juntas”, fue la impresión que William Clark, asistente de dirección de Tarantino desde Pulp Fiction, al terminar de leer el guión de Había una vez en Hollywood. En efecto, bienvenidos al Tarantino Fest: metareferencias, obsesiones visuales y temáticas, fetiches, baile, violencia glorificada. Compuesta principalmente de paseos en coche por las calles de Los Ángeles y largas conversaciones entre Rick y Cliff, la número nueve en realidad recuerda, anatómicamente, a la número dos: Pulp Fiction. Trama dislocada, personajes fascinantes, estructura novelística y, en una dosis menor, violencia delirante. Lo que la vuelve candidata segura a lo mejor del 2019 son capas y capas de sensibilidad cinematográfica. Comenzando por cómo la dirección de Tarantino, sin necesidad de mostrar eventos históricos que recalquen la importancia del año en que sucede la historia, hace tangible la cercanía del fin de una era. Luego está la dupla actoral de Leonardo Di Caprio y Brad Pitt en ese juego de celebridad y doble en el que Rick es la vulnerabilidad encarnada y Cliff es su opuesto. Imposible dejar fuera el diseño de producción que virtualmente nos transporta a 1969 con exhaustivo uso de vestuario, arquitectura, tipografía, neones, autos, jingles publicitarios. Que es más larga de lo necesario, que tiene escenas sin valor narrativo; son reproches válidos que se pueden refutar diciendo que su director, lejos de no saber qué quitar de la película, tiene un pacto con su audiencia: nosotros sabemos que nos dará un clímax delirante; él prolongará la llegada de ese clímax de la manera más placentera posible. En tiempos en que todos se fueron o se irán a dirigir para Marvel, ver a Tarantino mantenerse incorruptible es un placer absoluto. Pensándolo mejor, sí es un hombre de palabra.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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