
La voz de una mujer cuenta la historia de Cristo. Esta vez nadie la juzga, no hay miradas que limiten su presencia ni sus actos. Los epítetos misóginos están fuera de lugar: ni virgen ni santa ni prostituta ni mujer engendradora. Ella es María de Magdala o María Magdalena, un rostro cercano al Nazareno.
Cristina Fallarás (Zaragoza, España, 1968) se documentó para poder armar esta alegoría, monólogo, confesión. Lo primero que tomó en cuenta fueron los documentos de los evangelistas —Mateo, Marcos, Lucas y Juan— y encontró que en ninguno de estos testimonios se refieren a ella como prostituta. No obstante, Pablo de Tarso en las epístolas sí lo hace y además no pierde oportunidad en lanzar frases discriminatorias para la mujer, quien era vista como una ciudadana de segunda al servicio de los varones.
Conviene recordar que la mujer desde la antigüedad, en Grecia, durante el siglo V a.C., no tenía derechos. En esos años los esclavos, los extranjeros, las personas con discapacidad y las mujeres no podían participar en la vida política. Con la presencia del Nazareno, la visión sobre la mujer no podía ser distinta.
María Magdalena es un personaje que ha ocupado la atención de varios narradores desde Cervantes, Erasmo, Teresa de Ávila, Nikos Kazantzakis, Marguerite Yourcenar, Pedro Miguel Lamet y José Saramago, entre otros. El punto en común es el deseo de restituirle la voz a una mujer que fue importante en la vida y muerte de Cristo.
La primera vez que escuché a una María de Magdala diferente fue en una puesta en escena de José Enrique Gorlero con la dramaturgia a cargo de Coral Aguirre a partir de Alexis o el tratado del inútil combate, de Marguerite Yourcenar. Alexis era interpretado por Ramiro Huerta y Mónica Serna personificaba a una magistral María Magdalena. El trabajo escénico de Serna era un reto porque debía de aparentar ser una mujer vieja y acabada, luego su memoria la transportaba a sus años de esplendor; era dueña del escenario, del dolor, la tradición y la necesidad de ser escuchada. La obra se llamó El inútil combate y se presentó en foros importantes del teatro universitario, en los años 90.
En la versión de José Saramago, El evangelio según Jesucristo, María de Magdala es vista como esposa de Cristo, hecho que desencadenó polémica. Sin embargo, Saramago todavía usaba la palabra prostitución para referirse a los antecedentes de María Magdalena.
Fallarás es una narradora, periodista y activista en favor de la equidad de género. Tuvieron que pasar varios años para que viniera una mujer y lograra darle voz, de una manera sui generis, a este personaje bíblico. ¿Cómo es la María Magdalena de Fallarás? Es solidaria, lúcida, entusiasta, crítica, a veces intolerante, previsora; practica la sororidad con sus amigas las parteras. Pese a que admira a las doctoras, ella está convencida de que la maternidad nunca será parte de su cotidianeidad. Creció sin una madre y no está interesada en engendrar, acaso por esa decisión la juzgan de la peor manera: como si estuviera enferma y su cuerpo no fuera útil para la comunidad.
Por otra parte, la vida de la mujer de Magdala es áspera como una roca. Su padre murió decapitado y esa herida aún no cierra. Elabora un discurso a partir de la orfandad, desde el corazón de la mujer que ha sufrido y ha vivido la segregación. Es amiga de María, la madre de Cristo, y eso en ocasiones la vuelve su confidente. Forma parte del grupo de mujeres que sigue al Nazareno y realiza tareas domésticas (cocina, limpia, lava, sirve la comida). Para Fallarás algunos de los milagros que se le atribuyen al Nazareno son en realidad rumores, pues ellas se encargaban de tener todo listo para la gente que acompañaba al predicador, como la famosa historia de la multiplicación de panes y pescados.
El evangelio según María Magdalena puede incomodar a las mentes más conservadoras y, a la vez, ser un discurso dinámico para quienes pueden imaginar a una mujer atípica. En 2016, el Papa Francisco redimió la figura de la María Magdalena, quien durante años fue tachada de prostituta, poseída por siete demonios. A partir de esa fecha, la iglesia católica la define como “el Apóstol de los apóstoles”; ese reconocimiento se debe a que ella fue la primera en anunciar la resurrección de Cristo y la primera a quien Jesús llama por su nombre.
Era originaria de Magdala, una aldea pesquera ubicada en la costa del mar de Galilea. En este lugar se encuentra la sinagoga más antigua que se conoce de la región. Los trabajos de rescate en esta zona han estado coordinados por la arqueóloga mexicana Marcela Zapata Meza, quien ha nombrado a este lugar “la Pompeya israelí”.
Cristina Fallarás también emprendió una encomiable labor de rescate al devolverle una voz empoderada a quien por años no la tuvo y fue satanizada por la iglesia.
Mary Carmen Sánchez Ambriz