Política

Sheikh Jarrah

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Sin importar el tiempo o la apariencia de tranquilidad, Palestina e Israel son la espera del instante en que se darán dos pasos atrás a nuestras imposibilidades. Ahora, la violencia y escalada cíclica tiene sus variantes, causa y síntoma en simultáneo.

Era previsible que el fallo de un juez para desalojar familias de Sheikh Jarrah movilizaría a la gente. No importó porque los asentamientos israelíes son política de Estado, a pesar de su ilegalidad y condena internacional. Si antes desplazaron familias se podrán volver a desplazar. Tampoco importó que el este de Jerusalén sea identidad quizá antes que territorio.

El entorno de los ciclos previos era de cierta forma un contenedor y éste ha cambiado. Los últimos días tienen un riesgo distinto a 2014: las posibilidades de escalada no vienen sólo de las acciones militares ordenadas de un lado u otro, sino del entorno radicalizado en las sociedades, sobre todo la israelí, que permite nuevos niveles de violencia al legitimar esas acciones militares. De un lado o el otro.

El detonador fue la orden para Sheikh Jarrah. También es la fuerza que cobró la ultraderecha embriagada con el trumpismo y su versión local. Su discurso ya no se oculta y perdió el mínimo pudor para desear la muerte y justificar la aniquilación. El radicalismo islámico se ve en el espejo y su violencia sustituye al vacío dejado por la fragmentación política palestina, víctima en gran medida de su propia incompetencia. Por ese vacío que tiene su paralelismo en Israel, para ellos y para Netanyahu, el recrudecimiento puede ser políticamente ventajoso.

No me pidan defender unos cohetes contra otros; todos los cohetes matan civiles, pero hay más muertos civiles de un lado. Niños.

Hamas no equivale a Palestina, aunque el gobierno de Israel acepte el secuestro de la identidad por parte del grupo islamista con tal de justificarse. La vocación destructiva de Hamas hace suma con la Yihad Islámica. Cuánta comodidad cabe en quienes la admitieron y ahora buscan cobrar los réditos del impulso a la ultraderecha cobijada por Netanyahu.

Tampoco me pidan confiar en la comunidad internacional. Lo cómodo de la ambigüedad hace tanto daño como la salida fácil expresada en la repetición de un discurso que se sabe estéril: no se puede hablar de una solución de dos Estados cuando sus condiciones no existen, si alguna vez lo hicieron. No se puede hablar de un solo Estado —que existe de facto—, cuando se insiste en la inequidad y la segregación como estructura que fomenta la orgía de odio. El discurso sobre el derecho a defenderse se hace detestable al olvidar cualquier principio de proporcionalidad.

El reduccionismo satisface la obviedad e insiste en que la solución llega con que se detengan los cohetes, ya sean de Hamas o de Israel. Olvido de la provocación que contiene entrar a al-Aqsa en viernes durante los rezos, la ocupación y la discriminación. Olvido para sustentar la simplificación que ha alimentado el nuevo entorno de la violencia e ignora las posibilidades de reconversión del conflicto político en religioso y étnico.

Con la radicalización de las sociedades, la disfuncionalidad política que ya era habitual tiene una nueva fractura que avisa la posibilidad de mayor violencia. El rechazo al cese al fuego apuesta por la inclinación militar, otra vez.

@_Maruan

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Maruan Soto Antaki
  • Maruan Soto Antaki
  • Escritor mexicano. Autor de novelas y ensayos. Ha vivido en Nicaragua, España, Libia, Siria y México. Colabora con distintos medios mexicanos e internacionales donde trata temas relacionados con Medio Oriente, cultura, política, filosofía y religión.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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