Política

El país de lo insoluto

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Somos uno de esos países habituados a lo insoluto. Creamos tradición política frente a la puerta de cada una de nuestras aspiraciones, pero siempre son puertas que no terminamos por atravesar. Definimos a la corrupción como el mayor de los males; lo hicimos corrompiendo la verdad y desplazando de la cartera nacional tanto a los derechos humanos como a la dignidad. Vimos las violaciones a las garantías más básicas y optamos por ser espectadores de tragedias y promesas.

En todo grito que anuncia la eliminación de nuestros vicios cambian los sujetos que dominan su juego. Lo amaestran. El autoritarismo fundacional que aceptamos al quedarse en pulsiones de apariencia admisibles. Un maniqueísmo histórico que nos viste con un pasado glorioso a recuperar. La distribución de poderes que no distinguen entre balance y encargo.

Constituimos un país en el que se pueden enunciar páginas contra uno tras otro de los males sin atacar uno solo de esos males. Cada que un gobierno afirma el combate a las causas de la precariedad, anticipa en sus frases las nuevas causas para un siguiente discurso.

Cuando fue el momento de hablar de democracia nos quedamos con una transición dispuesta a recorrer el camino que ya habíamos visitado. La transición democrática mexicana fue, a la distancia, una transición electoral que desprecia hablar de ella. Citamos y evadimos a la democracia en esa dualidad tan nuestra que prefiere llamar contradicción a la inconsistencia y a la mentira. Frente a la justicia, deuda nacional por excelencia, escogimos la ruta de una sola acepción que rechaza el equilibrio obligado entre lo justo como valor y su aparato de ejecución.

Cada una de las características que hemos intentado modificar no ha logrado deprenderse del manto que concibió un país hecho para no solucionarse. Apostamos por la esterilidad de una justicia satisfecha con su percepción sin darnos cuenta de que no existe la justicia si se renuncia a su discusión filosófica.

El egipcio Anouar Abdel-Malek decía que los intelectuales árabes estaban confinados a los papeles de justificadores, espectadores o víctimas. Hoy, en México, ese confinamiento es el estado de las cosas en la generalidad del debate público.

@_Maruan

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Maruan Soto Antaki
  • Maruan Soto Antaki
  • Escritor mexicano. Autor de novelas y ensayos. Ha vivido en Nicaragua, España, Libia, Siria y México. Colabora con distintos medios mexicanos e internacionales donde trata temas relacionados con Medio Oriente, cultura, política, filosofía y religión.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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