En Nuevo León, la pobreza es una herida abierta que limita el potencial de miles de personas. No es el resultado de la falta de voluntad, sino la consecuencia de fallas estructurales que impiden el acceso a oportunidades y derechos básicos. La pobreza es más que falta de dinero, significa vivir con la incertidumbre de no saber si mañana habrá comida en la mesa, si se podrá pagar un medicamento o si los hijos podrán continuar sus estudios. En un estado que es motor económico del país y donde la movilidad social es más alta que en otras regiones, es inaceptable que haya personas viviendo así. Por eso el Estado tiene la obligación de atender estas carencias y brindar las herramientas necesarias para que cada persona pueda salir adelante.
Desde el inicio de la administración nos propusimos una meta ambiciosa: poner bandera blanca a la pobreza extrema, un compromiso que ha marcado el rumbo de casi cuatro años de trabajo. Día tras día, hemos implementado estrategias para atacar las causas estructurales de la pobreza, construyendo un sistema de protección social integral, que brinda a las personas apoyo inmediato y acceso a sus derechos.
Los resultados publicados por el Inegi lo confirman, hicimos historia: la pobreza en Nuevo León llegó a su cifra más baja registrada, 10.6%, lo que representa una reducción del 56% en cuatro años. Esto significa que 776 mil personas mejoraron sus ingresos y hoy pueden costear su alimentación, transporte y otros gastos. Entre ellas, 173 mil mujeres; 40 mil personas mayores; 120 mil jóvenes; casi 15 mil niñas y niños, y 34 mil personas con discapacidad. En pobreza extrema, la disminución fue del 77%, bajando de 2.1% a 0.5% de la población: 90 mil personas dejaron atrás un escenario de carencias graves.
Todas las carencias sociales disminuyeron de manera significativa: el acceso a alimentación nutritiva y de calidad mejoró 21%; somos líder nacional en la reducción de falta de acceso a servicios de salud que bajó 31%. La carencia de seguridad social cayó 9%; la de calidad y espacios de la vivienda disminuyó 19% y en la carencia por acceso a servicios básicos de la vivienda llegamos al mínimo histórico de 1.9% con una reducción del 50%, la mayor reducción porcentual del país.
Hoy, Nuevo León es el estado número uno en población no pobre y no vulnerable.
Y más que entrar en la disputa de quién ocupa el primer lugar en el “medallero político”, porque todo suma y se complementa, debemos entender que si Nuevo León logró el doble de resultados que la media nacional, es porque nos propusimos contar con un modelo que ha demostrado dar resultados.
El modelo Nuevo León combina una política económica fuerte, con más inversión, empleos y empresas, con una política social integral que pone a las personas y sus derechos en el centro. Este modelo se sustenta en el trabajo coordinado entre niveles de Gobierno y alianzas con la sociedad civil, la academia, las empresas y organismos internacionales. Además focaliza las acciones en quienes más lo necesitan, logrando que las políticas públicas se traduzcan en cambios reales y medibles.
Detrás de esta disminución histórica de la pobreza hay personas que hoy pueden comer tres veces al día, mujeres que encontraron un empleo, jóvenes con una certificación laboral y comunidades que ahora tienen acceso a servicios básicos.
El reto ahora es consolidar estos avances y cerrar por completo las brechas que aún persisten, sin dejar a nadie atrás. Sin triunfalismo, pero sí con la esperanza de que con la misma voluntad y coordinación, erradicaremos la pobreza extrema en Nuevo León.