Cada año miles de jóvenes egresan de diferentes universidades e instituciones de Nuevo León, con un certificado de educación media superior o un título universitario en mano y con la esperanza de transitar hacia una vida mejor. Pero se enfrentan con un primer golpe de realidad: ¿Cómo acceder al mundo laboral?
Contar con las competencias y habilidades que requiere el mercado laboral son elementos clave para la contratación de los y las egresadas. En Nuevo León, las empresas se duelen de una desconexión preocupante entre la formación universitaria y las habilidades que realmente necesitan en sus sectores productivos, pues reportan juventudes postulantes sin las competencias técnicas ni socioemocionales, necesarias para adaptarse al entorno laboral actual.
De acuerdo al estudio “Cerrar la brecha: de la escuela al trabajo”, realizado por la Secretaría de Educación estatal y el ITESM, las habilidades y competencias que hoy se requieren son: pensamiento crítico, resolución compleja de problemas, habilidades tecnológicas, análisis de datos, dominio del inglés, capacidad de expresión oral y escrita, escucha activa, razonamiento matemático, trabajo en equipo, trabajo bajo presión, manejo de conflictos, entre otras. El estudio mostró que gran parte de los estudiantes se perciben a sí mismos como poco o nada hábiles en estas áreas. Los resultados indican que el 54.7 por ciento de las vacantes laborales son difíciles de llenar, principalmente por carencias en el aprendizaje de competencias básicas y técnicas, así como de habilidades socioemocionales.
Es importante que las revisiones curriculares de todas las instituciones educativas de nivel medio superior y superior formen consejos con los empleadores de sus egresados y escuchen activamente, incorporando las competencias y habilidades a los planes de estudio, además de ofrecer espacios de prácticas profesionales, impulsar el modelo de formación dual y desarrollar habilidades blandas a lo largo de la vida estudiantil.
En Nuevo León tenemos una población de 1,567,988 jóvenes entre 15 y 29 años, de los cuales 635,158 solo estudian; 491,414 estudian y trabajan y 341,717 solo trabajan (ENOE, 2024). Esto indica que el 72 por ciento de nuestra población joven está en formación y aún podemos incidir en su desarrollo.
Los jóvenes que truncaron su trayectoria educativa en bachillerato, muchas de las veces provienen de entornos con carencias emocionales y afectivas. Debemos ubicarlos y ofrecerles capacitación corta para el trabajo y para el desarrollo de competencias para interactuar de manera efectiva y armoniosa, con otras personas en el entorno laboral.
El año pasado, la Secretaría de Igualdad e Inclusión lanzó el Primer Bono de Impacto Social, un mecanismo de pago por resultados que impulsa el apoyo a jóvenes en condiciones vulnerables, para capacitarlos y asegurar su inserción laboral formal, desarrollando sus habilidades sociolaborales. El bono tiene un financiamiento internacional inicial de Catholic Relief Services y busca impactar en 300 jóvenes de nuestra entidad.
Próximamente y con un componente adicional de perspectiva de género se estará lanzando un segundo bono que apoyará a 500 mujeres en condiciones vulnerables, para impulsar su capacitación técnica, educación financiera, desarrollo de habilidades blandas y una inserción laboral exitosa.
Con acciones como esta y en colaboración con organizaciones de la sociedad civil, empresas y la academia, en Nuevo León trabajamos para cerrar esta brecha y abrir oportunidades efectivas para el futuro de nuestras juventudes.