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Paz interior, a través de la conexión con uno mismo

A Kurmasana, la Postura de la Tortuga se le describe en el Bhagavad Gita, uno de los textos fundamentales del hinduismo, como una postura sagrada para el yogui: “Cuando, al igual que una tortuga retira sus miembros hacia adentro en todos sus lados, él retira sus sentidos de los objetos de percepción, entonces su sabiduría queda sólidamente establecida”.

Resulta que Kurmasana es la puerta de acceso a la purificación del sistema nervioso. La práctica de esta postura hace que la respiración se ralentice, logrando con esto entrar en un estado de paz interna, igual al que consigue la tortuga cuando necesita aislarse del mundo hacia su santuario interno.

De hecho, el estiramiento que logra libera las raíces nerviosas que salen de la columna vertebral y tensan todo el cuerpo, cambiando la presión del líquido cefalorraquídeo por el que el cerebro y la médula espinal reciben el suministro de sangre y, por lo tanto, también son estimulados.

De esta manera, la Postura de la Tortuga también trabaja sobre el cuerpo sutil o energético estimulando el kanda (plexo nervioso), ubicado sobre el periné, donde se originan los miles de nadis o canales del cuerpo, además de estar conectada con el primero y el segundo chakras.

Como explica el portal miencuentroconmigo.com.ar, esta postura le permite al practicante “dibujar toda su alma hacia adentro y recortar drásticamente el desorden del mundo exterior, ya que le dará una sensación eufórica de conexión con su mundo interior”.

Dedicada a Kurma, la encarnación en forma de tortuga de Vishnú, el dios preservador del universo para la tradición hinduista, la posición desarrolla ecuanimidad para afrontar las emociones.

Para armar la postura, siéntate en el suelo con las piernas abiertas al doble de ancho de la medida de los hombros. Con las rodillas dobladas y elevadas acerca el tronco hacia el suelo. Inhala y mete cada brazo por debajo de la pierna correspondiente. Estira las piernas, y coloca los hombros y las manos en el suelo. Estira el tronco aún más y coloca el pecho y la barbilla o la frente en el piso. Es una de las asanas que más apertura de hombros y cadera requieren, por lo que hay que practicarla poco a poco, con paciencia y compasión con uno mismo. 

(Con información de posturasyoga.net, miencuentroconmigo.com.ar y caminodelyogalibre.blogspot.mx)


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@marien_caminoa7

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Marién Estrada
  • Marién Estrada
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  • Periodista egresada de la Universidad Iberoamericana, especializada en temas de cine y conciencia. Desde 2015 escribe la columna "Mente y Cuerpo Sanos" en Notivox Diario. Es autora de "Yoga en tiempos sociales".
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