Los principios de lo femenino y lo masculino son las semillas primordiales a partir de lo cual surge y participa todo lo creado. Hoy toca el turno de sumergirnos en el mundo de la conciencia masculina, que en su fase oscurecida remite a lo peor del vilipendiado sistema patriarcal hablando de control, explotación, individualismo, competencia, abuso o violencia, pero en su fase luminosa es la fuerza activa, fecundadora. Lo masculino busca realizar, lograr, alcanzar metas y nos lleva a la razón y a cualidades como el empuje, la protección, la fuerza y la energía de ir hacia afuera.
De acuerdo con la maestra de yoga Beatriz Dávila, para la mitología hindú, el universo proviene de la unión entre dos fuerzas opuestas, pero complementarias: Shiva (el principio masculino) y Shakti (el principio femenino), una sin la otra son fuerzas estériles. Shiva simboliza la conciencia pura inmanifiesta, se asocia con la iluminación y es representado como un ser sereno en meditación. Shiva también es la representación del cambio y la destrucción, que viene acompañado del principio de creación (Brahma), y del principio de preservación (Vishnu). Shiva es la energía destructora porque necesita destruir la forma para revelar la conciencia.
Para el yoga, una manifestación muy clara del principio masculino de la conciencia son las posturas del Guerrero en sus tres variantes. Virabhadra, el temible guerrero surgido de la tristeza y la ira de Shiva ante la muerte de su esposa, es la conciencia detrás de las asanas.
Y aquí es posible diferenciar el aspecto iluminado del oscurecido del Guerrero. Surgido de la compasión después de la destrucción de la ira, lo que realmente está siendo evocado con esta asana es el “guerrero espiritual” que, valientemente y sin piedad, lucha con el enemigo universal de la ignorancia (avidya), la fuente última de todo el sufrimiento. Virabhadra representa la fuerza del amor de Shiva, o la conciencia, por su esposa, Sati o Shakti, que es la energía creadora que da a luz al Mundo. De esta forma, cuando se empuñan las espadas de Virabhadra, el enemigo al que hay que cortarle la cabeza es el ego, mismo que impide reconocer nuestra verdadera naturaleza divina.
Las tres variantes de Virabhadrasana representan los tres movimientos de ataque de Virabhadra. El primero es el de levantar sus espadas al cielo en un acto de conexión con la conciencia suprema, luego apuntar a sus víctimas enfocando y concentrando la mente (Virabhadrasana II) y finalmente arremeter con sus espadas para matar y cortar las cabezas de sus enemigos en un acto de voluntad, intento y determinación (Virabhadrasana III).
(Con información de wemystic.com, aboutespanol.com y milenio.com)
@marien_caminoa7