Me vuelvo a encontrar con esa Roma tan querida de siempre, con su historia y los grandes hombres que nos dieron al mundo.
Sí, claro tomaron de Grecia los grandes temas de nuestra civilización y los hicieron propios, pero también aportaron una gran ingeniería y arquitectura que aún hoy sigue en pie:
El Coliseo, acueductos en todas sus provincias, el Panteón con su gran cúpula por nombrar algunas de esas grandes obras que siguen en pie.
Ahhh. Me faltaba el dicho ese tan común “todos los caminos llegan a Roma”, sí también construyeron una infraestructura de caminos y de rutas marítimas que conectaban a todo el Imperio y por supuesto llegaban a la “Ciudad Eterna”.
La otra gran aportación es el Derecho Romano. Sí, “La ley es la ley” y se respeta. “El que tenga oídos que oiga”, El derecho romano está escrito (ius scriptum), las leyes están en papel, es un libro sagrado para la civilización.
Santiago Posteguillo toma a Julio César como personaje principal en su libro “Roma soy yo”.
¿Ficción o historia? O novela histórica que en base a hechos históricos comprobados describe la vida cotidiana de las diferentes clases sociales, la vida política y económica entre otras cosas y elabora una historia creíble que narra el hecho, el personaje, la ciudad, la guerra y el mundo de este tiempo con una construcción literaria que da cuenta de esa época, de esa Roma de Julio César.
Posteguillo lo logra, sus novelas sobre Roma y los personajes clave de su historia se han vuelto indispensables para entender ese tiempo histórico que sentó las bases de nuestro mundo.
Las películas de Hollywood nos muestran personajes guapísimos como Elizabeth Taylor como Cleopatra, Marco Antonio como Richard Burton, a Cayo Julio César interpretado por Rex Harrison. Otras películas hollywoodenses como Ben Hur con Charlton Heston y las que tratan del tema del mesías.
Historias fabricadas que nos muestran el glamour de una época que no fue así. Nos dieron una idea del esplendor, la riqueza y el poder de Roma y sus satélites.
Pero una historia verdadera con la imaginación del historiador de esa época nos la presenta Santiago de Posteguillo.
El autor no le quita mérito a ningún historiador que haya tratado este tema. Al final del libro aparece una gran bibliografía de la que tomó sus fuentes.
Sí, sus historias son diferentes de Hollywood, aquí hay que leer e igual al final se harán varias películas que no está mal, si sigue el guión histórico. Somos una generación visual.
“Roma soy yo”, es el libro que nos ocupa y trata del juicio del senador Dolabela juzgado por corrupción. Incondicional del dictador Sila que se enfrentó al Cónsul Mario que había logrado ese título 6 veces y era tío de Julio César.
Entre Mario y Sila había una guerra. Mario pierde y muere. La gente de Sila toma el poder.
Entre ellos Dolabela, Ponpeyo y los “optimate” que eran los patricio, la clase alta.
En contra están los “populare”, la gente del pueblo en donde Mario es su líder y Julio César seguirá ese camino.
Los grandes mentores de César fueron; su tío Mario, su madre Aurelia y su esposa Cornelia. Eran su escudo para salir adelante.
César un joven abogado de 23 años va a tomar el caso de los macedonios contra el corrupto Dolabela y tiene todo para perder. De hecho va a perder.
Va parte de su discurso en el juicio que es una recreación de Posteguillo.
“En este juicio no se juzga a Dolabela y sus crímenes como he dicho. En este juicio se juzga mucho más. Y yo no soy sólo el abogado de los macedonios.
Soy el abogado de Roma. Los abogados de su defensa han intentado hacernos creer que Dolabela es Roma. No es así.
En este juicio, Roma no es Dolabela, Roma no sois vosotros, jueces, Roma y el pueblo de Roma están representados por mí. Y es que hoy, aquí y ahora, Roma soy yo.”
Un discurso excepcional.
Va a perder por ahora. Y la historia seguirá. Julio César cambiará el mundo.