El “gran vampiro”, Francisco Cervantes nos visitó en Torreón, enviado por Conaculta, para darnos un curso de poesía portuguesa en especial sobre Fernando Pessoa.
Llegó a la ciudad vestido de negro, elegante, lucía delgado con barba, uno poco arisco, más que vampiro parecía un hombre lobo, pero uno con mucho ingenio.
A través de los días su carácter se fue dulcificando y sus clases fueron estupendas, el grupo estaba feliz con su taller.
Francisco vino gracias a Eduardo Langagne que en ese momento era director de Descentralización en Conaculta y nos envió “volando” al poeta. No siempre se tiene en estas tierras laguneras a un gran poeta-vampiro y que además sea experto en Pessoa.
Gilberto Prado Galán lo fue a recoger al aeropuerto y lo llevó al hotel, sin checar que todo estuviera correcto. Pues no, no estaba, un error terrible, no había reservación. Gilberto se equivocó de hotel.
Nuestro vampiro me llama por teléfono, yo todavía no lo conocía, así que voy por él, “prueba de fuego”, creo que la pase, de ahí surgió una buena amistad. Con Gilberto en cambio el poeta se vengó.
En la dedicación de su libro, escribe: “A Gerardo Prado Galán por su equivocación de hotel” después le pregunta: “Y tú qué haces, Gil responde yo escribo ensayos y el poeta responde, yo sólo textos definitivos”.
La entrevista se la hice algunos años después en Querétaro, pero la fotografía sí la tomó mi amigo Melchor Cadena en Torreón, en la Alameda y aparece en Páramo de espejos (Universidad Iberoamericana Laguna, Miguel Ángel Porrúa editor, México, 2001). Les comparto algunos fragmentos.
Sobre la escritura: “Un día me contemple en el espejo y me dije: con esta cara me tengo que convertir en un genio.
Y empecé a escribir. (…) Ahora todas, las cosas que digo, aunque sean contradictorias son verdad. Verdad desde el punto de vista interior, desde adentro”.
Sobre Octavio Paz: “Cuando murió Paz me di cuenta que mi fuerte fue que me tuvo mucha simpatía Marie-Jo. Pero sí, si me ayudo mucho la protección de Octavio” ¿Crees que de alguna manera Octavio Paz te haya influido? “Sí, como no, mucho.
Pero no es notorio, porque me influyó en un sentido que creo es admirable y que debemos aprender: el rigor. Yo no tengo los temas de él, ni soy nacionalista.
Pero me enseño a ser riguroso con mi propio trabajo. Y es una gran lección…”.
De la literatura portuguesa: “…fue a los dieciocho años, a los veinte años. Empecé a leer las primeras traducciones de Octavio Paz de Pessoa. Pero no me bastó, porque eran unas cuantas páginas.
Entonces conseguí a Pessoa en portugués, me recordó un poco mi media lengua infantil, que era una media lengua agallegada y empecé a leerlo.
Hice así la primera traducción al castellano del poema fundamental de Pessoa La hora marítima. Te estoy hablando del año 62, hace cuarenta años”.
Sobre el proceso de la creación: “Tienes lecturas y una formación, lo que los tontos llaman inspiración. Lo demás es una cosa que se llama trabajo. Si tú no traes cosas dentro, no hay poesía.
La poesía es buena y mala, dependiendo de qué traes adentro y de cómo trabajas. Sin trabajo no hay nada, la pura inspiración es una fantasía.
Claro, lo que traes dentro es lo que has leído, lo que has vivido, lo que has soñado. Esa es la inspiración. Y bueno, si no te sientas a trabajar no hay nada. Todo es trabajo”.
Francisco Cervantes (n. Querétaro; 1938 - f. 2005) autor de varios libros entre ellos: Heridas que se alternan, Los huesos peregrinos, El canto del abismo, traductor de poesía portuguesa al español.
En 1982 ganó el Premio Xavier Villaurrutia y en 1986 recibió la Orden Rio Branco de Brasil y recibió en 1999 la Orden de Infante Dom Henrique en grado de comendador, entregada por el presidente de Portugal, Jorge Sampaio, durante una visita a México, ''por su lusofilia y lusofonía apasionada, que le volvió con los años casi un portugués'', el Premio Heriberto Frías de Querétaro. Recibió la beca de la Fundación Guggenheim.
Las cenizas de Francisco Cervantes fueron esparcidas en la desembocadura del río Tajo en Portugal.