Estamos entrando en una nueva etapa del año. Una especie de “cambio de temporada” institucional, donde quien encabeza el Poder Ejecutivo rinde cuentas sobre lo que se ha hecho en el último año. Lo sigue un ejercicio igual de importante: la glosa. Un espacio para revisar, evaluar y preguntarnos –desde el Congreso– cómo vamos en Guanajuato.
En México, la protección del medio ambiente y el cuidado del agua son temas de vital importancia que requieren la colaboración efectiva de los tres poderes del Estado: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Cada uno de estos poderes tiene un papel fundamental que desempeñar en la creación y aplicación de políticas que promuevan un desarrollo sostenible y la conservación de nuestros recursos naturales.
En este sentido el ejercicio de la Glosa involucra dos poderes que deben trabajar de la mano ya que la colaboración entre estos poderes es esencial para abordar de manera integral los desafíos ambientales que enfrenta el estado de Guanajuato. Al trabajar unidos, podemos crear un marco legal sólido, implementar políticas efectivas y garantizar que se respeten los derechos de todos los ciudadanos en relación con el acceso al agua y un medio ambiente sano.
Es también un momento para ver más allá de los datos y preguntarnos qué visión estamos construyendo. ¿Lo que hacemos hoy está alineado con el futuro que queremos tener? ¿Estamos conectando las agendas? ¿Estamos tomando las mejores decisiones? En este análisis, el enfoque transversal es indispensable. Cada tema que se revisa –salud, educación, campo, seguridad, economía– está relacionado con los demás. Así funciona el mundo hoy. Y así deberíamos trabajar: de forma coordinada, sistémica y con visión de largo plazo.
Desde la Comisión de Medio Ambiente, hemos insistido en que lo ambiental no puede seguir viéndose como un tema aislado. Es, por naturaleza, transversal. Hablar de medio ambiente es hablar de salud pública, de acceso al agua, de productividad agrícola, de calidad del aire, de riesgos climáticos y de justicia social.
Nuestros recursos naturales no son una opción; son la base de todo lo demás. Y cuando los ignoramos, los impactos se sienten. La contaminación del agua, la mala calidad del aire, la pérdida de suelo fértil o de biodiversidad, no son temas del mañana: son parte del presente. Por eso, el trabajo transversal no es una opción, es una necesidad. La propia Agenda 2030 lo plantea con claridad: los desafíos de este siglo están interrelacionados, y solo con soluciones integrales podremos enfrentarlos. Desde el Congreso y desde esta Comisión, seguimos caminando en esa dirección. Consciente de que no hay soluciones fáciles, pero sí decisiones valientes.