Escapar del hambre, la violencia y los abusos, son algunos de los motivos que llevan a miles de niños, niñas y adolescentes transitar solos desde nuestro país hacia la frontera norte. Se van por la falta de oportunidades en busca de un presente y un futuro mejor o con el deseo de reunificarse con su familia. Pero al viajar solos los hace más vulnerables, enfrentándose a numerosos riesgos frente a la posibilidad de ser reclutados por el crimen organizado, caer victimas de traficantes y ser expuestos a violencia y explotación.
El número de casos de niños, niñas y adolescentes extranjeros que migraban sin la compañía de un adulto y fueron detectados por autoridades migratorias mexicanas aumentó un 333% de 2013 a 2015 (5,596 y 18,650 casos respectivamente), por lo que esta problemática requiere toda la atención para garantizar que sus derechos sean respetados.
El 97% de los niños migrantes en 2015 provenía de Honduras (27.4%), Guatemala (49.6%) y El Salvador (20.5%). La mayoría de ellos eran adolescentes de entre 12 y 17 años. En el mismo año hubo más de 11 mil eventos de repatriación de niñas, niños y adolescentes migrantes mexicanos desde Estados Unidos. De ellos el 84% (9,841) viajaban sin la compañía de un adulto.
El caso es que los niños y niñas migrantes son personas con derechos que deben ser respetados, sin importar su nacionalidad, situación migratoria, raza, etnia, sexo o religión.
Los menores tienen sueños, quieren estudiar y tener una vida plena, y necesitan apoyo para reunirse con sus familiares y superar la violencia que los ha llevado a huir de sus casas y logren vivir una vida a la que tienen derecho, sin violencia, educación y oportunidades.
La UNICEF y los consulados en los Estados Unidos están trabajando conjuntamente para darles protección, aprendiendo a comunicarse con ellos y tratarlos sin ocasionarles más daño psicológico, gestionando en cada caso un interés personalizados. Sin embargo, los niños repatriados se incrementa en un 15% por nuestra frontera norte: de 670 niños en esta condición subió a 830, entre ellos, un 10% son niños centroamericanos. Grave problema que nos atañe a todos los adultos.