A fines de marzo pasado (de 2018) falleció el maestro venezolano José Antonio Abreu, uno de los grandes benefactores de la juventud a través de la música. Fue un estudioso de ella desde sus primeros años, llegando a tocar el piano, el órgano y el clavecín; sin embargo, hizo estudios de Economía en la Universidad Católica Andrés Bello. En 1963 fue electo diputado al Congreso Nacional. En 1967 recibió el Premio Nacional de Música Sinfónica, mientras impartía clases de Economía; entre 1989 y 1995 ocupó el ministerio de Cultura, estructurando el programa Misión Música, diseñado por el presidente Hugo Chávez, con el propósito de promover la educación musical de los niños de manera gratuita, dotándolos de instrumentos nuevos. En 1975 fundó y dirigió la Orquesta Sinfónica Juvenil y el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles de Venezuela, que constituyó una red de orquestas infantiles y juveniles, así como coros, a nivel país. Participaron en los cursos más de medio millón de jóvenes músicos. El fruto de ello fue y es la Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, fundada en 1979. Sostuvo la tesis de que la música es la principal vía para el mejoramiento de la vida social e intelectual, especialmente puesta en acción con niños y jóvenes pobres que estaban en los umbrales de una vida delictiva y con baja autoestima. La Orquesta Sinfónica de la Juventud ha recorrido las salas más importantes del mundo, incluso las muy exigentes de Europa, como las de Alemania y Austria, cuyo público les aplaude de pie y con entusiasmo, especialmente para premiar las brillantes conducciones de su joven director internacional Gustavo Dudamel, que desde los 30 años está dirigido a su vez a otras grandes, cuyos ejecutantes lo respetan y lo admiran. Los premios que recibió el maestro Abreu son incontables: el Premio Nacional de Música en su país, el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, el Premio Internacional de Música IMC-UNESCO. Fue representante especial para el desarrollo de la de orquestas con el nombre de Global de Orquestas Juveniles e Infantiles y Coros de la UNESCO, de la cual surgió el exitoso proyecto llamado Hacia una Cultura de Paz, ganando el título de embajador de Buena Voluntad por la misma UNESCO, en 1998. Abreu fue un formidable moldeador de la juventud de su país, en la cual creyó no sólo en su redención social, sino en su capacidad de emprender grandes retos, como el aprender a tocar instrumentos e interpretar con maestría difíciles obras sinfónicas. Gran ejemplo para los países latinoamericanos y de otros continentes.
En México empiezan a asomarse pequeños grupos musicales de niños y jóvenes; en el sur de Tamaulipas, ya los hay… pero debemos apoyar a sus promotores y maestros.