con el Pacto por México se emprendieron una serie de reformas en varios sectores, entre ellos, el educativo. La reforma en educación modificó la Constitución, la Ley General de Educación, y emitió dos leyes más: la del Servicio Profesional Docente (LGSPD) y la Ley de Evaluación (LINEE).
Ambas leyes tuvieron sus particularidades, aunque existió una relación íntima entre ellas, pues una parte de las atribuciones de la LINEE consiste en ser partícipe de la evaluación del servicio profesional docente.
En dicha ley se expresaba la siguiente definición de evaluación (Art. 6): “… consiste en la acción de emitir juicios de valor que resultan de comparar los resultados de una medición u observación de componentes, procesos o resultados del Sistema Educativo Nacional con un referente previamente establecido”. Asimismo, la LINEE mandataba como uno de los fines de la evaluación, la necesidad de contribuir a la mejora del sistema educativo, y para ello se recogió información, medición tras medición, año tras año, trienio tras trienio (como en PISA).
Toda esta intención en bien de la formación docente a favor de los alumnos desapareció, ahora sí, “de un plumazo”, con pluma de un ganso que se tiene que cansar.
Como es reconocido por todos los sistemas administrativos y académicos, lo que no se mide no es posible, primero, verificar si se avanza al objetivo y en segundo lugar, corregir si hay desviación. Pero para ello, es indispensable se establezcan los objetivos, porque de otra manera, ¿a dónde se va, qué se pretende alcanzar ?
La evaluación del desempeño es un instrumento que se utiliza para comprobar el grado de cumplimiento de los objetivos propuestos a nivel individual. Este sistema permite una medición sistemática, objetiva e integral de la conducta profesional y el rendimiento o el logro de resultados.
Es importante resaltar que se trata de un proceso sistemático y periódico, se establece de antemano lo que se va a evaluar y de qué manera se va a realizar y se limita a un periodo de tiempo.
Todo el esfuerzo y costo del sistema que pretendió establecer para el futuro, el régimen presidencial anterior, se ha ido a la basura, en perjuicio del futuro de la educación en México, que le espera competencia, innovación. Lo peor es la introducción de la política de un gobierno en el sistema educativo. _