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Primera llamada

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Primer acto: López Obrador adelanta su propia sucesión y juega con ella según le convenga, como aquellos que se ponían en la calle con una mesita y atraían a decenas de ingenuos al grito de dónde quedó la bolita. Parece que así nos va y los va a traer entretenidos, a los votantes y a sus “corcholatas”, robándole los reflectores a una oposición dispersa, desangelada y desanimada.

Segundo acto: Enrique Alfaro también se adelanta y le recuerda al dueño de la marca naranja y a sus compañeros de franquicia en Nuevo León, que fue en Jalisco donde los tulipanes comenzaron a florecer y, aunque descoloridos y algo marchitos, aún siguen adornando los jardines de la tierra del mariachi, el tequila, las Chivas y el Atlas.

En pocas palabras, el alfarismo se reunió este fin de semana para alabar a su amo y señor, cual si fuera la Santa Convocación Anual del padre Naasón, ensalzado sea, y lanzar un mensaje a los samueles, colosios y demás socios: “aquí seguimos para lo que se les ofrezca”.

Tercer acto: el secretario de gobernación, Adán Augusto López reúne al triunvirato texcocano integrado por la maestra Delfina, Higinio el rebelde y Horacio el confiable, así como a algunos e irrelevantes “testigos de honor”, procedentes de Ecatepec y otras demarcaciones mexiquenses, para, junto con el líder nacional morenista, Mario Delgado, ponerles los puntos sobre las íes de lo que será el proceso de selección de candidata o candidato a la gubernatura más importante de este país, laboratorio político, social y antesala de la elección presidencial.

La obra bien podría llamarse “Sueño de una noche de verano” o calentura, lo cierto es que la primera llamada fue dada y estamos ya reunidas y reunidos, ansiosos todos, en el vestíbulo del teatro político mexicano, haciendo conjeturas, adivinando escenas y prediciendo algunos giros a lo largo de la función, en la que veremos a unos resistir, a otros claudicar y a muchos perecer.

Como en Los juegos del hambre y también del calamar, solo una o uno habrá sobrevivido al final de esta encarnizada puesta en escena que apunto está de comenzar y de la que aún no conocemos ni a la mitad del reparto definitivo, lo que me hace evocar el poema de Borges:

“En su grave rincón, los jugadores rigen las lentas piezas. El tablero los demora hasta el alba en su severo ámbito en que se odian dos colores.

“Adentro irradian mágicos rigores las formas: torre homérica, ligero caballo, armada reina, rey postrero, oblicuo alfil y peones agresores.

“Cuando los jugadores se hayan ido, cuando el tiempo los haya consumido, ciertamente no habrá cesado el rito.

“En el Oriente se encendió esta guerra, cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra. Como el otro, este juego es infinito.

II

“Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada reina, torre directa y peón ladino, sobre lo negro y blanco del camino buscan y libran su batalla armada.

“No saben que la mano señalada del jugador gobierna su destino, no saben que un rigor adamantino sujeta su albedrío y su jornada.

“También el jugador es prisionero (la sentencia es de Omar) de otro tablero de negras noches y de blancos días.

“Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza, de polvo y tiempo y sueño y agonía?”

Marco Sifuentes


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