Dice Robert Greene, en sus 48 Leyes del Poder: “Sírvete de la táctica de la rendición… Convierte la debilidad en poder”
Y va más allá: “ Cuando eres más débil, nunca pelees por salvar el honor. Elige la rendición, mejor”
Explica: “Rendirte te da tiempo para recuperarte, tiempo para atormentar e irritar a tu conquistador; tiempo para esperar a que decline su poder. No le des la satisfacción de pelear y de derrotarte… ¡ríndete antes!”
Remata: “Y Al ofrecerle la otra mejilla, lo enfurecerás y desconcertarás… Haz de la rendición un medio de poder”.
Paradójica lección, sin duda. Me hace pensar en Peña Nieto bajando la guardia; en Meade, cuya candidatura nació muerta; y hasta en Lozoya, soltando la sopa para librar el pellejo.
El exgobernador “panista” Antonio Echevarria, que una vez que conoció del triunfo de Ya Sabes Quién, se le entregó en cuerpo y alma, siendo de partidos, más que distintos, antagónicos.
Y qué decir de prácticamente todos los ex gobernadores priistas que no las manos metieron ante el avance morenista en sus respectivos estados, que cambió la configuración geopolítica del país.
Marcelo Ebrard se rindió en su momento para dejar pasar a su amigo y líder político; veremos si ahora es bien correspondido.
El inefable Arturo Montiel se rindió en su momento, ante el embate de sus enemigos y se conformó con ver de presidente a su sobrino.
La pregunta es si Anaya se va a rendir y esperar los tiempos que nunca quiso esperar para imponer su candidatura por el PAN o seguirá aferrado a una aspiración que cada vez se ve más lejana.
Colosio hijo tendrá que mirarse en el espejo del panista y valorar si se espera a madurar como nuevo jugador de ligas mayores o se deja seducir por el canto de las sirenas de su propio círculo cercano, a quienes se les cuecen las habas por lanzarlo al ruedo, con el riesgo que eso conlleva para su propio futuro.
Lo que Greene propone no es rendirse por rendirse, sino entender los tiempos, los riesgos, las oportunidades y las vulnerabilidades de cada jugador.
Decía el viejo Fidel Velázquez que el que se mueve no sale en la foto; McArthur dijo: “Me voy pero volveré”; el ranchero fue más claro: “Más vale aquí corrió, que aquí murió”.
Hace más de dos mil años, la épica contaba las hazañas de Aquiles y Odiseo, quienes, aun siendo personajes de ficción, entendieron aún mejor la importancia de los tiempos, el ataque y el repliegue a través de la poesía acreditada a Homero.
Hernán Cortés se fue a llorar su derrota en un árbol afuera del Metro Popotla para luego regresar victorioso e implacable a conquistar todo un imperio, el azteca.
Don Porfirio se fue por mar.
Margarita Zavala, como candidata independiente, se retiró a tiempo al ver que no conectaba con el electorado.
Lo mismo hizo Pedro Ferriz de Con, que no reunió ni siquiera las firmas para registrar su candidatura independiente.
En el caso del estado de Guerrero, Félix Salgado Macedonio se tuvo que rendir por la fuerza ante el embate jurídico y al final decidió dejar a su hija como candidata, misma que hoy despacha como titular en el Palacio de Gobierno de esa sureña entidad.
Y como ellos, muchos más que se han rendido o han terminado rendidos por la fuerza.
De tarea: la semana pasada en Washington D.C. reconocieron a un servidor como estratega electoral del año, amén de otros catorce premios más.
Marco Sifuentes