Política

Corrígete a ti mismo

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  • Corrígete a ti mismo
  • Marco Sifuentes

La creatividad, lo hemos dicho, “es una alquimia de varios”, según Ed Catmull, presidente de Disney Pixar, la industria creativa más exitosa en la historia de la humanidad, con decenas de películas de animación digital en tercera dimensión.

Pues bien, guardadas las proporciones, en la consultoría política también se involucran incontables talentos creativos, que van desde el guionismo, el diseño gráfico y la producción audiovisual, hasta la composición musical, pasando por la locución, la ilustración, la gerencia de campaña y la conducción de los llamados “cuartos de guerra”, sin olvidar la fotografía, la edición y, por supuesto, la corrección de estilo.

Hoy, dedico esta entrega a mi hermano Óscar, que diariamente cumple con esta tarea, no solo con esta columna sino sobre cientos de escritos, discursos, guiones, letras musicales y “copys” digitales que dan vida a decenas de campañas, informes de gobierno, documentales, spots de radio y televisión, historietas y artículos de opinión como este que escribo el domingo a las 18:00 horas, en carretera, camino a San Luis Potosí, procedente de Tepic, un día antes de su publicación y minutos previos a que Óscar lo corrija y yo lo vuelva a revisar y Óscar lo vuelva a corregir y yo lo vuelva a revisar y así... para luego mandárselo a mi amigo y director Manuel Baeza, quien ordenará su publicación para que ustedes la lean, como lo están haciendo en este momento.

No quiere decir que no se nos hayan escapado incontables comas y errores de dedo y malas jugadas por parte del maldito autocorrector, cuya inteligencia artificial es más la segunda que la primera y que muy mal parado deja el concepto del “machine learning”, tan de moda en estos tiempos y por el que tanto se esforzó Steve Jobs, por cierto, jefe y amigo de Catmull y creador del aparato con el que escribo estas líneas y dirijo la estrategia de más de 20 campañas.

En fin, a Óscar le toca velar porque este galimatías se presente menos farragoso y ramplón de lo que suele ser.

No siempre he tenido las palabras correctas para reconocer su trabajo y el de más de 50 talentosos colaboradores que me acompañan en esta pesada tarea de detonar el proceso dialéctico de la comunicación política de manera estratégica y efectiva, echando mano de la semiótica y de la ciencia política para posicionar a nuestras candidatas y candidatos, ayudarles a evocar un significado en común con sus electores y hacerlo de manera clara, concisa, precisa y maciza para, finalmente, ganar la elección e incidir en sus vidas.

Han pasado diez minutos desde que empecé a escribir este artículo y sinceramente no sé si he alcanzado los 3,200 caracteres que mi director me exige. A Óscar le tocará contarlos y decirme si me faltan o me sobran.

El teléfono suena y suena, es mi socio y colega Nacho de Moya que insiste en reanudar una charla que los cerros interrumpieron bloqueando la señal de mi teléfono celular, así que dejaré esto aquí y atenderé a mi inquieto amigo para hablar sobre alguna remilgosa campaña de algún lugar de este país de cuyo nombre me acuerdo pero no lo quiero decir por cuestiones de confidencialidad.

Óscar: favor de corregir este texto y que mis lectores lo juzguen o premien.

Marco Sifuentes 

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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