Y el caso Ayotzinapa se complicó. En esa búsqueda de la nueva “verdad histórica” de la llamada 4T, en el que hace una semanas se inculpó a integrantes del Ejército mexicano que intervinieron en aquella noche negra del viernes 26 de septiembre de 2014, Alejandro Encinas, subsecretario de Gobernación, de Derechos Humanos, labró su propia lápida.
No hay que ser adivino ni pitoniso como para no analizar la serie de complicaciones que vienen ahora a desatarse en contra del gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador, ya que los propios militares afectados por la decisión apresurada del todavía encargado de ese espinoso caso, ya están en prisión.
La serie de declaraciones que ha hecho Encinas a algunos diarios nacionales y extranjeros, en especial la más reciente al The New York Times, complicaron más el proceso que reinició la actual administración federal, porque ayer el propio Encinas presentó ante la Fiscalía General de la República una denuncia de filtración de información como por lo que pudiera desencadenar su desatino y falta de cuidados al delicado tema.
Por ello el también titular de la Comisión Presidencial para la Verdad y Acceso a la Justicia del multireferido caso, interpuso la denuncia contra quien resulte responsable de la filtración de la indagatoria, en la que se reveló cómo fueron asesinados los normalistas, hechos que llenaron de indignación a los padres y familiares de los desaparecidos.
En el pasado septiembre, el propio Alejandro Encinas calificó la revelación de los hechos acontecidos dentro del informe, como “una absoluta irresponsabilidad y falta de respeto” a los padres y madres de los estudiantes desaparecidos, por haber difundo cómo fueron sacrificados, destazados y luego inhumados, los jóvenes pertenecientes a la escuela Normal de Ayotzinapa.
Luego de la entrevista del funcionario al diario New York Times tras filtrarse información que solamente parecía reservada para la citada Comisión y en la que el funcionario de la secretaría de Gobernación aseveró qué existen indicios de que muchos de ellos no fueron corroborados, la indagatoria se salió de su cauce de feliz resolución.
De su lado, el Jefe del Ejecutivo acusó durante la mañanera de ayer que en la Fiscalía Especializada de la FGR para el caso Ayotzinapa, “se trataron de dinamitar las investigaciones”, con lo que se complicó el asunto.
El mandatario adujo que luego de las nuevas pesquisas que se determinaron a partir de la reactivación del caso, se buscó aumentar de 6 a 20 el número de militares acusados en la desaparición de los 43 normalistas con el único fin de que no se actuara.
Y después de todos los desaguisados y conjeturas que se han desencadenado por el nuevo rumbo que quieren tomar las pesquisas, el panorama se nota desolador para el mandatario, porque amenaza otra confrontación al interior del Ejército mexicano a la que incluso se refirió López Obrador, justo una tarde antes de que se diera a conocer a la luz pública el Guacamaya Leaks.
Que reconozca o no el presidente de México que han quedado al descubierto varios de los asuntos que guardaba de forma celosa, el Guacamaya Leaks y hoy los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, ambos le han horadado parte del proyecto que parecía incólume a pesar de los vaivenes de sus adversarios, a quienes aun con todo y las exhibidas públicas que le han infringido, sostiene que el propio Guacamaya Leaks es una invención de sus detractores.
¿Usted qué opina, amable lector?
Marco Antonio García Granados