“Es lo mismo, este asunto tiene mucha difusión porque la prensa conservadora, los medios de comunicación, lo magnifican. Hay mucho encono, coraje en contra de Rosario Piedra […]. Hay una exageración en todo sentido y vuelvo a decir lo mismo: yo no creo en la violencia, yo creo en la no violencia; no creo que la violencia deba enfrentarse con más violencia”.
Esa fue la respuesta que dio el Presidente de México el 8 de septiembre ante la pregunta sobre qué estrategias se han planteado para resolver los hechos suscitados en una de las oficinas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), la cual fue tomada por grupos de mujeres para convertirla en “Okupa”, un refugio de víctimas de violencia.
Agregando que, anteriormente, se lamentó por los actos realizados por esas mismas mujeres, contra la pintura de Francisco I. Madero, la cual fue intervenida junto a otros cuadros, como parte de dichas protestas iniciadas (con justa razón), debido a la apatía e indolencia de las autoridades de dicho organismo frente a los casos de violencia en el país.
Para quienes no estén enterados de qué está ocurriendo con respecto a la oficina de la CNDH antes mencionada, esta pasó de ser un espacio para dicha dependencia, a ser tomada por colectivos feministas y mujeres que buscan justicia, luego de que dos madres de familia no recibieran la atención debida por parte de la ombudsman.
Ante la postura que tomaron ambas mujeres, colectivas feministas arribaron al lugar para apoyar su protesta, hasta que el día viernes 4 de septiembre estas últimas entraron, desalojaron al personal e informaron de forma oficial que lo convertirían en refugio de víctimas.
A pesar de lo ocurrido, nuestro Presidente decidió defender más un cuadro que a las miles de mujeres que a diario son violentadas en México. Le dolió más la pintura que una niña de 10 años puso sobre el rostro de Madero, que lo que el tío de esa misma niña le hizo 3 años atrás a ella, dañándola de por vida.
Prefirió seguir dividiendo al país con su discurso contra “los conservadores”, que dar la cara a las madres que buscan a sus hijos desaparecidos y justicia para sus hijas asesinadas. Puso por encima de todas nosotras, la imagen de Rosario Piedra, en lugar de ofrecer disculpas por la falta de empatía que la ombudsman tuvo ante los casos que detonaron precisamente la toma de las oficinas de la Comisión.
Decidió que era buena idea culpar de nueva cuenta a los medios de comunicación por difundir nuestro enojo ante la incapacidad de las autoridades mexicanas de reducir la violencia contra las mujeres, que mencionar si existen o no estrategias para erradicar dicha violencia.
No, señor Presidente, los actos de esas mujeres ni siquiera se comparan con lo que viven nuestras niñas y jóvenes que a diario son violadas, violentadas y hasta asesinadas. Un cuadro intervenido y un par de muros rayados no son equiparables a lo que muchos le hacen a los cuerpos de las víctimas de feminicidios, los cuales terminan descuartizados o quemados.
A nuestro Presidente y a quienes han decidido defender primero las formas y los cuadros, les digo: ¡Nunca va a estar, ni estará por encima de nuestras vidas, sus bienes materiales! Un cuadro pintado o una oficina gubernamental, se recuperan, la vida de nuestras niñas y mujeres asesinadas, no.