La reciente aprobación de un salario mínimo para los repartidores de comida en Nueva York es, sin duda, un avance positivo.
Después de meses de demandas y protestas, finalmente se ha reconocido la necesidad de garantizar un ingreso justo para aquellos que trabajan arduamente para llevar comida a nuestros hogares a través de aplicaciones móviles como “Uber Eats”, “Doordash” o “Grubhub”.
El nuevo salario mínimo de 17.96 dólares la hora -que aumentará a 19.96 dólares la hora en 2025- es una respuesta parcial a las demandas de los repartidores.
Sin embargo, no podemos ignorar el hecho de que esta cifra representa una rebaja respecto al plan original propuesto. Los repartidores, en su mayoría latinoamericanos, se han movilizado y luchado por una remuneración más justa y, aunque celebran este avance, no debemos perder de vista que aún hay un largo camino por recorrer.
Si bien el alcalde Eric Adams y otras organizaciones han aplaudido esta medida como un hito en la lucha por la justicia laboral, debemos considerar que los repartidores siguen enfrentando desafíos significativos.
Actualmente, son considerados "contratistas independientes", lo que significa que no cuentan con beneficios laborales básicos, como seguro de compensación y tiempo libre remunerado.
Además, la carga financiera recae en ellos, ya que deben cubrir los gastos de su propio medio de locomoción y enfrentar costos adicionales no cubiertos por las aplicaciones -eso, sin mencionar que están expuestos a la inseguridad vial de las ciudades-.
La inversión inicial de alrededor de 10 mil dólares y los costos mensuales adicionales de entre 500 y mil dólares para cubrir sus necesidades y poder formar parte de las empresas de este tipo de servicios, muestran las dificultades económicas a las que también se tienen que enfrentar estos trabajadores.
Por lo que se vuelve fundamental reconocer y valorar la labor que desempeñan, especialmente considerando que han sido parte crucial en la economía local, durante y después de la pandemia.
Si realmente queremos garantizar la justicia laboral, debemos ir más allá de un salario mínimo y abordar las condiciones de trabajo en su totalidad, pero no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo.
Es necesario establecer una regulación más integral que brinde protección y beneficios básicos a los repartidores de comida. Esto implica considerar su estatus laboral, asegurando que tengan acceso a un seguro de compensación, tiempo libre remunerado y cotizaciones justas a Medicare y la Seguridad Social.
La diversidad de servicios de entrega de alimentos es una industria en auge y una parte vital de nuestra sociedad moderna. Sin embargo, no podemos permitir que el éxito económico de estas empresas se construya sobre la explotación de los trabajadores.
Es responsabilidad del estado y de las autoridades locales asegurar que se establezcan políticas laborales equitativas y que se proteja el bienestar de quienes contribuyen a la prosperidad de la ciudad.
Así que, si bien esto es una buena noticia, debe hacernos reflexionar acerca de si es suficiente, sobre todo en Latinoamérica y en México.
Ya tenemos el ejemplo; impulsemos y apoyemos la lucha de las trabajadoras y los trabajadores de “delivery” para que las condiciones en las que desempeñan su labor sean dignas y justas.