La inseguridad vial es uno de los principales problemas que enfrenta México. A pesar de ser una constante, parece que nos hemos acostumbrado a convivir con ella y no le damos la importancia que merece.
La cruda realidad es que la inseguridad vial actúa como un asesino silencioso, que arrebata cientos de vidas cada año y afecta a personas de cualquier edad y condición social.
Un asesino silencioso que, sin querernos dar cuenta -o tal vez sí- nos arrebata a dos niños menores de 14 años cada 24 horas en el país, posicionándolo como la principal causa de muerte en la infancia mexicana, y de los jóvenes entre los 15 y 29 años de edad, según el Instituto Nacional de Salud Pública.
Las cifras indican que, en nuestro país, los niños se encuentran en grave peligro al caminar por la calle o jugar en espacios públicos, ya que 3 mil 703 menores perdieron la vida a causa de atropellos. Esta cantidad representa aproximadamente un tercio del total de muertes ocasionadas por incidentes viales. Mientras que los jóvenes mueren alrededor de 22 de ellos al día.
Pero el adjetivo de silencioso pareciera quedarle pequeño, pues hablamos de un problema de gran envergadura que mata a miles de mexicanas y mexicanos, y que incluso trunca a muchas infancias y juventudes. Tal como lo hizo con Agustín, un joven ciclista de 16 años al que un accidente de tránsito le quitó la vida en Puebla el pasado 30 de abril del presente año.
Agustín perdió la vida luego de que un automovilista -el cual iba a exceso de velocidad- lo arrollara al mediodía del domingo en que se celebraba el Día del Niño en la “vía recreativa” en la Recta a Cholula, en la capital de dicha entidad.
Según un comunicado de las autoridades estatales y municipales de Puebla, el “responsable” de lo sucedido se metió al carril confinado para el paseo dominical e hirió a más personas; posterior a ello, agredió a policías estatales que resguardaban y vigilaban el lugar, para después impactar una patrulla del municipio de Coronango, al darse a la fuga.
Una persona que presenció los hechos, grabó un video y lo compartió en sus redes sociales. En el video, se puede apreciar los rastros del incidente sobre el carril de ciclistas, así como a las tres víctimas en el suelo rodeadas por personas que intentan ayudar. El testigo narró la situación lamentable que ocurrió: una camioneta CR-V se adentró en el carril y arrolló a tres ciclistas, de los cuales uno perdió la vida. En la grabación, el testigo reitera que el conductor de la camioneta vio a los ciclistas, pero aun así los atropelló con fuerza.
Tras lo sucedido, los familiares y seres queridos, en compañía de activistas en pro de la seguridad vial y la movilidad, organizaron una marcha para exigir justicia y que el caso de Agustín, al igual que el de todas las personas que han perdido la vida en la calle a causa de la inseguridad vial, no queden impunes.
A pesar de la obviedad, de las estadísticas, de haber un registro de todos aquellos que han perecido en la vía pública, de los números rojos, las imágenes perturbadoras de tantos accidentes y muertes registradas, las autoridades continúan sin querer ver y hacer más por solucionar este problema.
Porque son estas -las autoridades- los principales responsables de dar tregua y ponerle fin a este asesino, que de silencioso realmente no tiene nada; a punta de iniciativas ciudadanas, campañas de “educación vial” y de sensibilización, no vamos a lograr mucho, y eso ya lo podemos ver en nuestro día a día.
Así que solo nos queda como sociedad, continuar exigiéndoles soluciones y visibilizar este problema para lograr que nuestros niños y jóvenes tengan una vida sana y libre de violencia. Hagámoslo por Agustín y por todos aquellos que no lograron gozar de su derecho a la ciudad.
