Con el reciente traslado exitoso de Benito, la jirafa, del Parque Central de Ciudad Juárez al santuario Africam Safari en Puebla, se ha encendido un nuevo llamado de atención en
las redes sociales: “Salvemos a Ely”.
La elefanta de 40 años, conocida como “la elefanta más triste del mundo”, ha vuelto a ser el centro de la atención de activistas y defensores de los derechos de los animales.
Aunque Benito ya encontró un hogar más adecuado, el
caso de Ely destaca la necesidad urgente de revisar y mejorar las condiciones de vida de los animales en cautiverio.
Ely ha vivido más de una década en el Zoológico de San Juan de Aragón, en la Ciudad de México, después de ser rescatada del Circo de los Hermanos Vázquez, donde presuntamente fue explotada durante 25 años.
Aunque las autoridades aseguraron en 2023 que el recinto cuenta con las herramientas necesarias para garantizar el bienestar de Ely, activistas y colectivos como “Salvemos a Benito” y “Abriendo Jaulas & Abriendo Mentes” insisten en que su salud física y mental sigue en riesgo.
Y es que, el estado de ánimo de Ely se ve afectado por el estrés del cautiverio y las condiciones de aislamiento, a pesar de la llegada de la elefanta Gipsy en 2023 para hacerle compañía.
Informes sugieren que Ely padece diversas dolencias, desde molestias en la pata trasera derecha hasta dermatitis ulcerosa agrietada.
Además, muestra signos de estrés evidentes, manifestados en comportamientos como recargarse contra las paredes, movimientos repetitivos y apatía.
Aunque las autoridades han afirmado que el zoológico tiene la capacidad de cuidar adecuadamente a Ely, activistas y organizaciones pro derechos animales insisten en que su situación es crítica.
Pedidos de traslado a santuarios, como el ofrecido por el Santuario de Elefantes Brasil en 2018, han sido ignorados hasta ahora.
A pesar de iniciativas legales y el reconocimiento de Ely como un ser vivo sujeto a un trato digno, las condiciones de la elefanta no han mejorado.
El caso de Ely no solo destaca la urgencia de abordar el bienestar animal en zoológicos, sino que también plantea preguntas sobre el papel de la sociedad civil y la presión ciudadana en el cambio.
El exitoso rescate de Benito demuestra el poder de la movilización ciudadana y cómo la unión de las personas puede influir en decisiones que afectan a los animales en cautiverio.
Mientras Ely continúa siendo “la elefanta más triste del mundo”, las organizaciones y activistas buscan repetir el éxito logrado con Benito.
El llamado a la acción en redes sociales, encabezado por los colectivos “Salvemos a Benito” y “Abriendo Jaulas & Abriendo Mentes”, refleja la esperanza de crear conciencia y presionar para mejorar las condiciones de Ely.
A medida que la sociedad reflexiona sobre el bienestar animal, surge la pregunta crucial: ¿Seremos capaces de salvar a Ely, brindándole la oportunidad de vivir el resto de sus días en un entorno más adecuado y libre?
La historia de Ely, la elefanta, nos insta a reflexionar sobre nuestra responsabilidad colectiva hacia los animales en cautiverio y a considerar la posibilidad de un cambio significativo en la forma en que los tratamos.
Rescatar a Ely se vuelve más que una tarea humanitaria; se convierte en un símbolo de nuestra capacidad para redimir errores pasados y construir un futuro donde la compasión y el respeto hacia todas las formas de vida guíen nuestras acciones.