El secretario de Hacienda comentó, hace unos días, que la economía mexicana estaba en plena recuperación, y tiene toda la razón; este año podemos crecer entre 5.7 y 6.2 por ciento, la diferencia de 0.5 por ciento dependerá de si la pandemia no limita algunas de las actividades productivas y también influirá que se restablezcan algunas líneas de producción que, por desgracia, han sido trastocadas por falta de algunos componentes en la industria, principalmente en la automotriz. La fabricación y la exportación de autos ligeros ha sido afectada por la falta de chips, fenómeno que se está dando en todo el planeta; sin embargo, más allá de estos temas, el año pinta para ser bastante bueno.
Sin querer ser aguafiestas, el único pero que tiene esta recuperación es que no es generalizada; va muy bien la producción manufacturera al amparo del T-MEC, pero aún tenemos muchas actividades económicas con poca recuperación, como la industria de construcción, las actividades turísticas —incluidas las hoteleras— y las industrias enfocadas al mercado interno sin acceso a los mercados de exportación. En todos estos rubros se requieren estímulos y apoyos para sacarlas adelante, pues falta mucho por avanzar.
Dicho lo anterior, lo más preocupante es el futuro inmediato. La recuperación actual obedece principalmente a que la economía de nuestro socio y vecino del norte está creciendo con fuerza, pero este impulso es mucho en parte por los estímulos fiscales y monetarios que se implementaron para salir de la crisis; los estímulos fiscales ya terminaron y aun cuando la política monetaria sigue siendo expansiva, todos sabemos que en unos cuantos meses las inyecciones de liquidez a través de creación de dinero para adquirir bonos empezará a disminuir. El año entrante, hacia el último trimestre, la economía de EU y la del mundo tendrá que empezar a prepararse para enfrentar el inicio del ciclo de alza en las tasas de interés.
EU crecerá en 2022 mucho menos que este año, y la pregunta para nosotros es ¿cuánto podemos crecer? Si no nos preparamos, enfrentaremos de nuevo magros crecimientos; lo único que nos podrá salvar es si incrementamos los niveles de inversión privada —que por mucho es la más importante—, pero también la pública, que ha caído, y para eso se requieren políticas públicas adecuadas y confianza.
Según los expertos, si se quiere que la economía mexicana crezca a 4 por ciento en forma sostenida, la inversión total en relación con el producto interno bruto (PIB) debe ser de 25 por ciento; este porcentaje está muy lejos de lo que hoy tenemos, pero además hay que señalar que en 2018 la inversión total alcanzó 22 por ciento del PIB y actualmente está en 18 por ciento, o sea, en lugar de avanzar hemos ido hacia atrás; además la inversión pública, que cayó de 3 a 1.7 por ciento, es de bajo impacto y de rentabilidad dudosa.
¡Es imperativo generar confianza e
inversión!
Manuel Somoza
@CISomozaMusi
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