Respecto a lo que dicen las encuestas de los economistas en torno al crecimiento económico contra lo que proyecta el gobierno, hay grandes diferencias: en tanto los primeros esperan un año con un pequeño crecimiento de 2%, el gobierno estima 3.4%. Apenas terminó el primer trimestre del año y en este lapso nuestra economía tuvo un comportamiento mejor al que se había estimado, pero no por encima de 2.2%.
La economía mexicana estará este 2022 bastante estable en lo financiero, ya que los flujos de entrada de dólares han sido importantes, sobre todo las remesas que este año estarán cerca de 60 mil millones de dólares; además, los flujos de inversión extranjera directa estarán cerca de 25 mil millones de dólares; todo esto, con un déficit comercial moderado, puede traer como consecuencia que no tengamos déficit en la cuenta corriente, sino un pequeño superávit.
El problema al que nos enfrentamos, y se ha mencionado hasta el cansancio, es que la inversión privada se encuentra en niveles muy bajos y por esa razón las perspectivas de crecimiento son muy limitadas; el gobierno, por algún extraño motivo, no está haciendo algo al respecto y se está conformando con mantener la estabilidad financiera; sin embargo, a mediano y largo plazos esta estabilidad que se ha alcanzado puede estar en peligro, ya que la falta de crecimiento también traerá como consecuencia menor recaudación debido a que no crecerán los ingresos por ISR como debe ser y los propios incrementos en el IVA también pueden verse comprometidos. El gobierno piensa que el enorme gasto social que se ejerce es suficiente para que la actividad económica se mantenga, y en parte es cierto, pero igualmente eso es cuestionable a largo plazo, ya que no siempre existirá dinero para financiar gasto social y crecerlo. Para que lo mencionado suceda, la economía tiene que crecer y es algo que no está pasando; cualquier país que busque progresar y mejorar el nivel de vida de sus habitantes está obligado a crecer.
La estabilidad financiera y el equilibrio macroeconómico son importantes, pero no suficientes para garantizar el desarrollo sostenible en el largo plazo; el hecho de que tengamos estabilidad debe ser palanca para generar nuevos proyectos de inversión que incentiven la actividad económica. En verdad no se entiende por qué renunciamos a crecer.
La perspectiva económica seguirá siendo limitada si no se crean las condiciones idóneas para que resurja la inversión privada, ésta no es el enemigo a vencer, por el contrario, es la que puede generar la riqueza que permita extender el gasto social en beneficio de los más pobres. Con mayores niveles de inversión privada el gobierno podrá tener mayores ingresos para invertir en salud, en educación; ese gasto social es importante incrementarlo, no dádivas a quienes no se lo merecen porque solo distorsionan los buenos propósitos.
Manuel Somoza