México se enfrenta a la mayor crisis económica de los últimos 80 años; los problemas son de diferente índole y desafortunadamente las soluciones no están a la vista. La economía mexicana se puede contraer este año alrededor de 10%, después de que el año pasado se registrara un PIB negativo de -0.3% .
La razón del inicio de la recesión de 2019 se fincó en la caída de la inversión privada, a raíz de la pérdida de confianza de este sector frente a políticas públicas que disgustaron al empresariado por considerarse arbitrarias y violatorias; el parteaguas fue la cancelación del aeropuerto de Texcoco, que dejó en claro que la administración no respetaba el marco legal establecido.
Mediante una “consulta popular“, a modo y manipulada por el gobierno, se decidió que esa obra no era necesaria y que además había mucha corrupción en el proceso; en realidad la cancelación fue el inicio de una serie de arbitrariedades para limitar la inversión privada en muchos campos; esta actitud de confrontar al sector privado bajo cualquier pretexto ha continuado a lo largo de 2020, con lo cual las cifras de inversión para este año serán menores que en el año pasado, situación agravada por la pandemia.
Además de la gravedad que significa la caída de la inversión privada tenemos la pandemia, ésta, por supuesto, no se le puede achacar a la presente administración; lo que sí se puede reclamar es el manejo torpe e irresponsable del subsecretario de Salud, López-Gatell, que ha dado muestras claras de su ineptitud. La mayor parte de los ciudadanos rechazan las estrategias implementadas por él, y más allá de lo que la gente piensa, las evidencias hablan por sí mismas; han muerto 87 mil mexicanos por covid 19.
López-Gatell, en sus múltiples apariciones publicitarias, dijo que un escenario catastrófico sería si viéramos 60 mil decesos, pero lo peor es que en cuanto a número de decesos por infectados tenemos 10% —el más alto del mundo. Algo está mal en el control de la pandemia.
El tercer factor que limita el crecimiento económico es la inseguridad y la falta de estado de derecho. Digan lo que digan las autoridades, los inversionistas están muy reacios a invertir en un país donde no hay seguridad, donde la impunidad con la que se maneja el crimen organizado sorprende a propios y extraños. La inseguridad azota todo el territorio nacional y, por si fuera poco, está el tema de que hasta en el Ejército pudiera estar infiltrado el narco.
Problemas, como podrá apreciar el lector, hay muchos, y lo peor es que no se ven soluciones a la vista; a pesar de pactos, discursos y abrazos entre el gobierno y los empresarios, las inversiones no fluyen porque no hay las garantías mínimas, pero en una rara actitud, estos empresarios no le reclaman al gobierno que haga lo que le toca.
Por lo que se refiere a la pandemia y la inseguridad, las noticias son malas porque el gobierno dice que todo está bien y bajo control; cuando no se reconocen los problemas, es muy difícil que se resuelvan. Así que problemas tenemos muchos, pero soluciones no hay a la vista.
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