En los últimos días la Reserva Federal ha dado conferencias en distintos foros, y aunque esto parece benéfico y razonable, pienso que tanta información puede generar confusión. Veamos: en la reunión de Jackson Hole, Jerome Powell mencionó que la tasa de interés de referencia permanecerá en los niveles actuales de 0 a 0.25% durante muchos años; ante esto la pregunta lógica fue cuántos años son muchos para la Fed.
La semana pasada, en la reunión de mercados abiertos de la Fed, Powell fue más preciso y dijo que mantendrán la tasa en el mismo nivel hasta 2023. Comenté en un artículo en este diario, que esta declaración me parece arriesgada, sobre todo porque dar una expectativa de tan largo plazo es delicado y más en un entorno mundial tan cambiante como el que estamos viviendo.
Esta semana Charles Evans, presidente de la Fed de Chicago y reconocido economista, dijo que los mercados no deben tomar los comentarios de sobre la tasa de interés como un compromiso, y que si las circunstancias cambian, la tasa puede subir el año entrante; todas estas declaraciones, en lugar de dar confianza o visibilidad a los inversionistas, han generado es confusión.
Otro mensaje extraño fue la vehemencia con la que Powell pidió al Congreso sacar el paquete de estímulos fiscales para ayudar para palear la crisis. Un nuevo paquete fiscal ayuda en el proceso de recuperación, pero también se tiene que considerar que el déficit fiscal es enorme y no es prudente seguir creciéndolo; además, la economía está respondiendo mejor de lo que se esperaba con las medidas que ya se pusieron, la pregunta es para qué más estímulos si la economía se recupera bien. Los inversionistas de Wall Street quieren más, siempre quieren más, pero ¿será estrictamente necesario?
Parece contradictorio que la Fed pida más estímulos cuando hace una semana declaró que la contracción para este año no será de 6.5% sino de 3.7%, la expectativa de mejora es enorme aunque la previsión del rebote la hayan bajado de 5 a 4%; creo que aún es temprano para hacer predicciones de cuál es el futuro de las economías, y más difícil tratar de predecir lo que ocurrirá el próximo año.
La “normalidad” todavía se ve lejana, cuando se encuentre una vacuna las expectativas para todos mejorarán, pero una vacuna no es la solución definitiva, ésta será total cuando se descubra una medicina para curarla; en ese momento sí se podrá llegar a una normalidad plena, ya que la gente perderá el miedo a regresar a hacer las cosas a las que está habituada. La vacuna ayudará, pero no es una panacea, y sobre una cura o un remedio hay poca información; por lo pronto, desconozco los avances en este sentido.
En virtud de lo anterior, recibiremos muchos mensajes de la Fed que debemos tomar en cuenta, pero también tenemos que considerar que lo que nos digan no representará compromisos que no se pueden cambiar. La Fed siempre tratará de mantener sus espacios, y no creo que se ponga una camisa de fuerza que limite su capacidad de actuar.
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