La vida es vuelo, es encuentro, es alegría, amor, trabajo, entusiasmo, fe y crecimiento. Siempre he creído que la felicidad es el resultado de una partida de ajedrez que le ganamos a la vida.
Es verdad, a veces estamos bien, otras veces estamos mal, algunas más estamos bien y creemos que estamos mal... y así vamos girando en un sinfín de emociones.
Nos asfixiamos en un mundo que no logramos comprender, que no persigue nuestros mismos deseos.
Sin embargo, la fe sigue siendo la madre de nuestra fortaleza y el deseo de superación personal: El motor cuya gasolina inagotable nos incita a seguir adelante.
Aunque parezca que no, ese puñado de sueños que escribimos en una lista de jóvenes nunca se olvida. A veces el ser un adulto responsable hace que descartemos algunos objetivos... pero nunca los olvidamos.
¿Les confieso algo? Cuando siento que la vida está pasando muy rápido, recuerdo algún objetivo de esa lista y me pongo a hacer todo lo posible para conseguir mi meta.
Antes de rendirme, de quedarme quieta, estresarme o deprimirme, me inyecto energía de mi yo del pasado y es ella la que me da ánimos para continuar haciendo lo que amo.
Hace días encontré mi libreta de viajes, esa que escribía en los aviones cuando era joven y tenía más disponibilidad de horario, y suspiré al leer todas esas anécdotas que había olvidado.
A veces hace falta recordar historias, volver a llamar a esos amigos a los que la distancia nos separó… Es verdad, “recordar es volver a vivir”.
Justamente ayer por la tarde recibí un mensaje de texto desde Argentina de mi querido amigo Alejandro Pignone, quien sabiamente me decía:
“Lo importante es estar bien, el resto está fuera de nuestro alcance, de nuestro sitio de seguridad, el resto es la guerra... pero tu rinconcito, tus sueños ahí están junto a las personas que te aman y eso es lo importante”.
Encontrar mi diario de viaje, escuchar de nuevo las voces de mis amigos, recordar historias, lugares y tener de nuevo sus consejos me hicieron sentirme bien de inmediato; bien dicen que “Los amigos son la familia que elegimos”.
El pasado no siempre entrega dolor, también sueños y alegrías; basta con que encontremos el verdadero significado y le asignemos valor sentimental a cada historia de nuestras vidas.