La semana pasada leía el periódico, topándome con una noticia en la sección de Internacionales que me llamó fuertemente la atención: el Parlamento Jordano aprobó una nueva ley de cibercrimen que apunta a controlar la opinión pública, limitando así la libertad de opinión, expresión y acceso a la información. Un golpe a los derechos ciudadanos que inclusive, dentro de las esferas de sus aliados, genera preocupación.
Me generó alarma justamente porque el 20 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Libertad de Expresión de Pensamiento. Compartir noticias en redes sociales; asistir a protestas; exigir a nuestros tomadores de decisiones sobre temas que nos preocupan, son ejemplos del ejercicio del derecho a la libertad de expresión, la cual existe cuando nosotros como ciudadanos expresamos nuestro sentir sin temer consecuencias, ya sea en forma de detención o inclusive amenazas de violencia.
La fecha tiene tal relevancia por lo que representa y aboga: la lucha social e histórica a lo largo y ancho del planeta porque existan Estados que respeten la toma de decisiones ciudadanas, el acceso a la información veraz respecto a diversos temas que nos afectan, la apertura a la libre manifestación en las diversas formas posibles. Todo encaminado a dar respuesta a problemas que afectan a determinadas sociedades.
Aterrizándolo a la situación nacional, habría que partir de dos pilares fundamentales para mantener este eje democrático: exigir como ciudadanos la rendición de cuentas, para tener una percepción más clara de la actuación del gobierno, y por otro lado, la participación activa de ciudadanos en consultas y manifestaciones, que permita que decisiones poco populares puedan ser revertidas a partir del mensaje recibido.
Una democracia que está encaminada a alcanzar un ideal, parte de la libre manifestación de ideas, que tiene como causal el acceso a información veraz y actualizada. Luchemos porque eso no se pierda, y al contrario, mantenga un proceso de mejoras. Nos leemos la siguiente semana, y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar, desde espacios más informados, que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.