Política

La Iglesia y la catástrofe educativa

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La educación no llega a ser prioridad: entre el aumento de los contagios y la consulta del domingo, ni quién se acuerde de la escuela. Antes fue por las vacunas, la falta de medicinas, los semáforos pandémicos o la urgencia de abrir negocios. Todo ha importado más que volver al aula: el virus la dejó en la lona.

Fuimos rápidos para cerrar las escuelas, pero muy lentos para discutir y para evaluar la experiencia. Muy lentos, aunque los maestros ya hayan sido vacunados y estén por eso menos expuestos que otros profesionistas que en casi ningún momento dejaron de ir a sus lugares de trabajo. Muy lentos para cuidar o para reabrir parcialmente las escuelas, de alguna forma entre tantas que hay para hacerlo. Muy lentos para hacer de la educación una prioridad nacional.

“No podemos arriesgar el porvenir de esta generación”, reclamó esta semana la Iglesia católica en voz de sus obispos. No hablan de educación religiosa ni de escuelas privadas. Sus argumentos y propuestas no son teológicos ni del otro mundo. No defienden la escuela privada ni se oponen a la educación sexual. Piden, sí, tomar en serio la educación.

En un comunicado, la Comisión Episcopal Mexicana propone “con urgente apremio considerar al sector educativo como prioritario dentro de la política nacional”. 

No son los primeros. En algo similar han insistido Unesco, Unicef, Save the Children y muchas organizaciones. No han tenido eco.

Esta vez, los obispos citan primero la Constitución y luego al papa. De aquella, toman el artículo 4: “En todas las decisiones y actuaciones del Estado se velará y cumplirá con el principio del interés superior de la niñez, garantizando de manera plena sus derechos”.

Ante el regreso a la escuela, ellos piden partir de un “diagnóstico serio, calificado y amplio”, para garantizar “una respuesta gradual y solidaria… que reincorpore a los más de tres millones de niños, niñas, adolescentes y jóvenes que han quedado fuera del sistema educativo nacional”.

Piden formular “protocolos adecuados a cada contexto”, confirmados por cada comunidad escolar. “La escuela debe estar abierta a actividades presenciales, en la amplia gama de interacción que puede ir desde las asesorías personalizadas y el uso de internet hasta sesiones con el escalonamiento debido, según el protocolo de bioseguridad, para estructurar grupos adecuados en tamaño a cada situación”.

Consideran importante “redoblar el esfuerzo pedagógico, tecnológico e instrumental… para aquellos que por distintas razones no pueden regresar de manera presencial a la comunidad educativa”.

Insisten en una vacunación más rápida. Según ellos, es necesario abrir el proceso a la sociedad organizada para llegar cuanto antes a todos los que lo necesitan. 

Y, sí, dicen, se requieren las guarderías, estancias infantiles y pre-escolares “que garanticen las futuras condiciones educativas”.

Todo esto supone presupuesto. Un “esfuerzo mayúsculo”, subrayan, sobre todo de la Federación, pero también de empresarios y profesionistas solidarios: reconvertir las escuelas para que “la comunidad educativa pueda organizarse, colaborar y responder a los desafíos más básicos”.

Una voz más que clama por los educandos de México. ¿En el desierto?


Luis Petersen Farah

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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