No es porque sea mi patria chica —le digo al camaleón peripatético en el cuarto donde escribo— pero hay informes fidedignos de que en Chetumal y alrededores se encuentra el paraíso, o varias zonas que encarnan el paraíso. Y en el paraíso, adivina qué. Lo he versificado así, en dos momentos y respecto a dos lugares.
Sonoro cenote
Con muy aturdido oído
Vengo yo aquí a ver que el ruido
Me ha perseguido, gandul
Del Distrito Federal:
Llegó ya al Cenote Azul
A un lado de Chetumal.
Decibel descomunal
Ya no sólo en radiozotes
Sino también en videos
De pantallas estridentes
Puestas en el restaurant
Que antes bañaba en silencios.
A la hora de reclamar
Un empleado del lugar
Dice que habrá de bajarle,
Que bajado ya le ha;
Si le baja o no le baja
Quién sabe, pues sigue igual.
Se vuelve a solicitar
Si no le pueden bajar.
Parece que ya le bajan,
Como que le bajan ya,
Pero es que nada le baja
Al musiruido infernal.
No es arduo de adivinar:
Nos salimos del lugar.
Antes le pedí al empleado
Le bajara mucho más.
Me miró desconcertado
Cuando le respondí cuánto.
¿Que hasta dónde y como cuánto
Lo daría por bien bajado?
Le dije. Y dijo asombrado:
"Es que aquí no es como el mar,
Que sí se oye". Al contestar
Y oír qué había respondido
Él mismo vio que fue a dar
—Con sorpresa admirativa—
En la trampa responsiva;
Porque le dije en un brote
De impaciencia inspirativa:
Le has de bajar y bajar
Hasta que se oiga el cenote
Hasta que se oiga el cenote
Hasta que se oiga el cenote
'Salir huyendo en kayak'
Primera vez que venimos
A este balneario ejidal
En, de, Xul-Há la laguna
A un rato de Chetumal.
Al llegar nos recibe una
Mestiza muy, muy amable;
Quince pesitos la entrada;
Todo muy, muy abordable.
Al ir bajando a laguna
Mi oído empieza a temblar,
A temblar de puro miedo
Y a quererse regresar.
Era de esperarlo, oído:
Lo oído era de esperar;
Ya nada está sustraído,
Ya nada se ha de escapar.
Desde potentes bocinas
Cunde, orillas de Xul-Há,
Un xul-hácacosonaco
Si así lo he de bautizar.
Decibelia interminable
De una banda a todo dar;
A-to-do-dar, me refiero:
Un macroestruendo brutal.
Rentado habíamos palapa;
Muy, muy accesible, igual:
Cincuenta pesos la mesa,
Contribución ejidal.
Ahí me fui preguntando
Si no era todo debido
—Hablo del cacosonido—
A un plan matalasruidando.
No era de cruzar apuestas,
Sí muy de reflexionar:
¿Qué tal si todo se presta
A un plan muy, muy bien urdido
Para que renten kayak,
Servicio que aquí más cuesta?
Ya podrán verme remar
Musitando una canción
(Para ningún ruido armar):
Llévame, llévame lejos,
Lejos, muy lejos, kayak;
Llévame muy, muy, muy lejos
De aquesta banda infernal.