Solo observo que “me dicen más” —le sugiero al camaleón peripatético en el cuarto donde escribo— los poemas que tocan este asunto como apenas aludiéndolo. Digamos los poemas “no fotográficos”; incluso los que se sitúan no en, sino antes o después del evento. Incluso en un mismo poeta. Toma el caso del japonés Sankichi Tooge, un sobreviviente a trágica diferencia de su madre y sus hermanos. Su poema sobre Hiroshima “6 de agosto” te pone imágenes más que cruentas luego de la caída de la bomba: “Hombres y mujeres desnudos/ con la piel colgando en tiras/ con trozos de tela quemada en las caderas/ con las manos en el pecho/ pisando sobre líquido encefálico/ en larga procesión/ lloraban”. Y no es que no sean imágenes memorables en el mal sentido (“¡Cadáveres sentados como budas de piedra/ en los jardines, en las escaleras!”); sin embargo, voy a otro poema del mismo Tooge, titulado “La sombra”, sobre cómo unos años después ya solo había letreros en lengua inglesa con marinos foráneos tomándose fotos al pie de uno de ellos: “Sitio histórico de la bomba atómica”, y simplemente se me hace mejor que su poema “en vivo” sobre Hiroshima.
—¿No será que en materia “fotográfica” se vuelve más impresionante la prosa escueta, digamos, del doctor Hachiya en su “Diario de Hiroshima”, sobre el que escribió Elias Canetti y que, por cierto, tradujo al español José María Pérez Gay a mediados de los setenta en el suplemento La Cultura en México de Siempre!? Ahí estaba el silencio de los sobrevivientes moviéndose entre los cadáveres “como en película muda”; fogatas en la noche, absurdo olor a sardinas quemadas. Y el detalle que da crédito: solo tiempo después de la caída de la bomba, el doctor Hachiya descubre que está por completo desnudo.
—Puede ser. Quizá mientras más escueto, como dices, o mientras menos signos de admiración haya en las imágenes, el texto se vuelve más impresionante. Pero vuelvo a lo anterior, con algunos ejemplos. El poema del hindú Agyeya titulado de modo directo “Hiroshima”, con todo y estar muy logrado, se me hace menos elegible que otros tres, con el foco puesto en otra parte. Un poema de William Stafford te da Hiroshima antes de Hiroshima, “En el sitio de pruebas de la bomba”: el personaje es una lagartija que con los codos tensos mira hacia un sitio lejano donde siente que algo va a ocurrir; el último verso da cuenta de la prueba explosiva, sin mencionarla, así: “Las manos (de la lagartija) se aferraron con fuerza al desierto”. Otro poema, no por precioso menos impactante, es “Los caballos”, de Edwin Muir; ocurre unos doce meses después de caída la bomba: caballos salidos de quién sabe dónde vienen a buscar a los seres humanos. O por último, y sé que pondrá en claro a qué me refiero en términos alusivos, ofrezcamos una versión de un poema de Millen Brand.
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Agosto 6, 1945
Fred Braun acaba de agacharse sobre un alféizar bajo
que requiere pintura. Tiene grietas,
pero hasta ahora no han dejado que se cuele la lluvia.
Pueden esperar un poco más.
Para él este momento es de alegría,
mientras ve su huerto de manzanas y dos pequeños ciruelos
y bajo ellos un paño rojo de bergamota.
Esto es hermoso y apacible. Su esposa
paletea jardinera una cama de flores
a lo largo de la pared de la casa. Él oye
el golpe seco de una manzana al caer: parte
del agradable letargo del día. Y hoy
al otro lado del mundo,
detrás de un avión, el Enola Gay, flota en el aire, baja lento,
un apenas visible y delgado tubo
con un pequeño detonador en un extremo,
que encenderá una de las dos partes al otro extremo
y hará que explote este casi imperceptible filamento
con una luz más brillante que la del sol. Abajo,
en la ciudad de madera de Hiroshima,
no puede no ser que un hombre
haya enrollado una de las persianas de su sala
y mire su jardín, y piense:
La mañana se gloria sobre las cañas de bambú,
el cielo azul,
hermoso todo. Déjenme gozarlo.
Debía estar pintando las persianas;
pues que esperen.
La lluvia aún no se deja venir.
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Los poemas mencionados en este artículo vienen de: "Un rebaño bajo el sol. Poesía japonesa moderna." Traducción de Atsuko Tanabe y Sergio Mondragón, UAM, 1988./ Katherine Washburn and John S. Major, Editors, "World Poetry". Quality Paperback Book Club, NY, 1998./ Peter Forbes: "Scanning the Century. The Penguin Book of the Twentieth Century in Poetry", NY, 1999.
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