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La recesión de Schrödinger

Erwin Schrödinger, en sus conversaciones con Albert Einstein, postulaba un ejercicio mental bastante popularizado en nuestros días y que en su momento sirvió para criticar la visión imperante de la física cuántica (la llamada “interpretación de Copenhague”). Schrödinger decía que si se encerraba a un gato vivo en una caja de acero junto con una sustancia radiactiva inestable, entonces el gato iba a estar vivo y muerto a la vez hasta que abriéramos la caja y observáramos si el átomo había decaído y, por tanto, emitido radiación, o no, en cuyo caso el gato adoptaría una de las dos posibles realidades: estaría vivo (si la partícula no decayó) o estaría muerto (si la partícula decayó y emitió radiación).

Lo que Schrödinger pretende ejemplificar, con lo que hoy sería tipificado como maltrato animal, es lo ridículo que suena que, en un momento preciso en el tiempo, un evento particular sea, de facto, dos cosas a la vez, en este caso, que el gato esté vivo y esté muerto al mismo tiempo. Bueno, pues lo mismo está sucediendo con la parte del ciclo económico que hemos vivido en los últimos meses.

En la actualidad no existe una definición de recesión que sea totalmente objetiva. La sabiduría popular indica que dos trimestres de decrecimiento económico equivalen a una recesión, pero eso no es del todo correcto. Varios contraejemplos contradicen esta idea: 1. En 1947 se observaron dos trimestres de decrecimiento económico y no se declaró una recesión, 2. En 2001 no hubo dos trimestres consecutivos de decrecimiento económico (el primer trimestre y el tercero fueron negativos, y el segundo fue positivo) y sí se declaró una recesión, 3. La recesión de 2020 derivada del confinamiento por el covid duró apenas dos meses, es decir, ni siquiera un trimestre. Entonces esta heurística de dos trimestres consecutivos de decrecimiento económico puede ser bastante defectuosa, sobre todo si vivimos eventos o periodos económicos bastante particulares, como, creo, es el caso del ciclo económico que estamos viviendo hoy por hoy.

Entonces, ¿cómo se define una recesión? El Buró Nacional de Investigación Económica (NBER, por su sigla en inglés, un organismo encargado de fechar los ciclos económicos en Estados Unidos) define una recesión como “una baja significativa en la actividad económica que permea a lo largo de toda la economía y que dura más que unos simples meses” ¿Concreto? No. ¿Ilustrativo? Tampoco. ¿Abierto a cualquier tipo de interpretación? Totalmente. Esta ambigüedad nos permite tener un sinnúmero de interpretaciones de los datos que, a su vez, permiten apoyar cualquiera de las dos conclusiones: que sí estamos en una recesión y que no estamos en ella. Schrödinger se revuelca en su tumba.

Para no hacer enojar al Sr. Erwin, acerquemos un poco a ver los datos. Hace unas semanas publiqué un análisis acerca de los datos duros y suaves de la economía (si quieres consultarlo, ve a la página de Franklin Templeton México), en el cual concluía que los datos duros (datos observados y, por lo tanto, rezagados) nos indicaban que, salvo el sector de construcción, la economía iba viento en popa. Sin embargo, los datos suaves (encuestas de sentimiento que pueden leerse como intención de los agentes económicos y por tanto indicadores adelantados) mostraban una desaceleración muy fuerte en la actividad económica durante los siguientes meses.

Por otro lado, los datos de empleo (uno de los indicadores que más se presiona en una recesión económica) están más fuertes que nunca. El último dato de empleo muestra que ya se recuperaron todos los trabajos perdidos durante la crisis del covid, y que las vacantes laborales siguen altas. De hecho, hoy hay 1.8 vacantes disponibles por cada persona que busca empleo. ¡Esto es rarísimo! Desde que se tienen datos, nunca se había visto algo similar. Asimismo, a los incrédulos de la fortaleza del mercado laboral que insisten que mucho de los empleos creados fueron tomados por personas que ya tenían un empleo y que deben conseguir un segundo o tercer empleo para sobrevivir, tampoco es el caso. Solo 5 por ciento de las personas empleadas tienen un segundo o tercer trabajo. Lejos incluso de los máximos observados en 1996 cuando ese porcentaje llegó a 7 por ciento, el cual, sigue bastante bajo. Entonces, ¿en qué recesión hay 1.8 trabajos disponibles para que la gente escoja cuándo y en dónde trabajar? La respuesta es en ninguna.

Entonces, al parecer, el gato aún sigue bastante vivo, pero ¿cuánto más durará vivo dentro de la caja? La respuesta a esa pregunta es incierta. Hay algunas banderas amarillas que empiezan a señalar una desaceleración económica, por ejemplo, el mercado inmobiliario en EU o el sentimiento del consumidor en niveles históricamente bajos y las acciones de la Fed al elevar su tasa de manera tan agresiva tampoco abona a la narrativa de fortaleza económica. En ese sentido, podemos dirigirnos hacia una. ¿Cuándo lo sabremos? Probablemente cuando el gato ya haya muerto e incluso, cuando ya haya empezado a apestar: fechar el ciclo económico es una actividad retrospectiva, no prospectiva.

Ahora bien, independientemente de si estemos o vayamos hacia una recesión, es importante notar que estamos viviendo momentos bastante sui generis a escala global, por lo que aventurar una conclusión, y actuar sobre ella, puede ser peligroso. Mi recomendación aquí es actuar con cautela, contrastar las narrativas con los datos y no actuar de manera precipitada. Recuerden que la caja de acero está cerrada y es probable que no se abra en un muy buen rato.

Por Luis Gonzalí

CFA. VP/Codirector de Inversiones en Franklin Templeton México


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  • CFA, Gestor del Fondo, VP y Co Director de Inversiones en Franklin Templeton México.
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