El día de ayer, domingo 4 de abril, iniciaron sus campañas los candidatos del PRI -José María Fraustro- y de Morena -Armando Guadiana. ¿Qué pronósticos dibujan su arranque?
José María Fraustro lleva como padrino electoral a un hombre que pudiera ser su hijo.
El alcalde Manolo Jiménez tiene la responsabilidad política de sacar adelante su candidatura; llueve, truene o relampaguee. La tarea no es sencilla.
Fraustro no es un candidato ideal para tocar las fibras emocionales que definen el voto de la mayoría de la gente: vitalidad, pasión y conexión emocional con sus esperanzas.
Manolo está obligado a superar la prueba que su jefe político, el gobernador Miguel Riquelme, le encomendó para demostrar su madurez y alcance futuros. ¿Qué hará para remolcar una victoria no arroladora?
Utilizará sus logros políticos como alcalde de Saltillo; fusionará sus activos políticos con los de Fraustro y del PRI y trabajará las 24 horas sin descanso en las zonas urbana, popular y campesina.
Por su parte, Armando Guadiana: aunque vacío de sustancia y visión, es un político con vastos recursos económicos.
Es pintoresco y folclórico. Pero también es carismático y conecta con las emociones del votante promedio.
Por ello, Guadiana actúa como personaje extraído de la historieta de Rius llamada los Supermachos, ocurrida en un pueblo ficticio llamado San Garabato de las Tunas, y utiliza esa simpatía -rayana en la ocurrencia- para atraer electores.
Sin embargo, el diferenciador del triunfo electoral entre Fraustro y Guadiana será la estructura electoral de cada uno.
Mientras la estructura del PRI está aceitada y probada de manera exitosa en muchas batallas; y será nutrida por el voto útil de militantes y simpatizantes de otros partidos; la de Morena, es una máquina para volar llamada “Paloma” que fue construida por Arquitas de Tarento en la antigua Grecia (400 AC).
Ese factor será clave para el eventual -aunque sufrido- triunfo de Fraustro.
Sólo hasta entonces, un exhausto Manolo podrá decir misión cumplida al gobernador.