El pasado domingo 7 de julio, Alejandro Moreno, actual presidente del PRI nacional, contra toda normatividad porque todavía no termina formalmente el proceso electoral del 2 de junio pasado, convocó a una Asamblea Nacional de PRI para modificar dos estatutos; el 178 que le permite reelegirse a él y a la secretaría general, Carolina Viggiano hasta por “tres periodos consecutivos de cuatro años”.
Y el estatuto 89 que le da a Alito la capacidad de designar y remover a los coordinadores de los Grupos Parlamentarios del partido en el Congreso de la Unión y en los congresos estatales.
La Asamblea tuvo lugar y a mano alzada -método no permitido por los mismos estatutos del PRI- la mayoría de los priistas presentes aprobaron los cambios.
Le comparto, apreciado lector, el discurso de Alejandro Moreno para hacer público lo ocurrido en dicha Asamblea.
“Alla afuera, éstos que se dicen que participaban en el PRI, una bola de cínicos, de lacayos, de esquiroles al servicio del gobierno y de sus intereses que quieren romper la unidad a cambio de impunidad.
Eso es lo que quieren. (este agudo escribidor observa que los integrantes de la camarilla de Alito sentados en el Presidium; congelan su sonrisa, bajan la mirada y se preguntan con un pudor insospechado:
¡a cabrón!, ¿estará hablando de él mismo y de los adentro que somos nosotros?)
“Pero quiero compartirles a todas y a todos ustedes, ellos fueron el peor lastre para nuestro partido.
Ellos estuvieron al frente cuando castigaron al PRI con el Pemexgate (Rogelio Montemayor Seguy, bostezó). Hay militantes del PRI vinculados al asesinato de nuestro candidato presidencial (Manlio Fabio Beltrones no quitó la mirada de su celular).
Y eso le costó al PRI. (Este molesto escribidor inquiere: ¿Y las 11 gubernaturas perdidas?
¿Y los millones de militantes priistas perdidos de 2018 a 2024? ¿Y la incapacidad priista para ser una verdadera oposición durante el sexenio de AMLO? ¿Y la derrota, más reciente, por 35 millones de votos en contra?). (Continuará)
