(Continúa Segundo Acto)
Durante el resto de la década de los 90, los intentos para construir la paz entre la OLP e Israel continuaron. Marruecos, Túnez, Omán y Baréin aceptaron abrir oficinas comerciales israelíes en sus territorios. Pero al fracasar las negociaciones y recrudecer el conflicto (Segunda Intifada) las misiones comerciales cerraron y más países como Mauritania y Malí retiraron su reconocimiento a Israel.
En el mundo, como otrora en Torreón, ya no éramos los unos y los mismos.
Tercer acto.
En Siglo XXI, los acuerdos de paz cayeron uno tras otro. Las guerras civiles en Siria y Yemen; la crisis económica y política de Líbano; la invasión de Irak (2004) más la retirada de Estados Unidos (2011) hizo crecer la fuerza de Irán y su influencia en las poblaciones chiítas de esos países contra la tradicional presencia sunnita de Arabia Saudita, país cercano a Israel.
Ese es el caldo de cultivo del cual se nutren el Movimiento de Resistencia Islámica Palestina (Hamas) nacido de la ocupación militar israelí de Cisjordania, Jerusalén y la Franja de Gaza. Y el Partido de Dios Libanés (Hezbolá) surgido para contrarrestar la presencia israelí y de sus aliados en el sur del Líbano.
En 2020, aparece un acuerdo de paz (los Acuerdos de Abraham) entre Israel, Baréin y los Emiratos Árabes Unidos. Marruecos establece relaciones diplomáticas con Israel a cambio del reconocimiento estadounidense de la soberanía marroquí sobre el Sáhara. Sudán se mueve en la misma dirección.
Este acuerdo representa una traición para las autoridades palestinas por ser “contrario al principio tradicional de no reconocer ni firmar la paz con Israel antes del establecimiento de un Estado Palestino independiente”. En esencia, “las naciones árabes han dejado de considerar la causa palestina como una prioridad a sus intereses nacionales”. Y, con ello, abrieron las puertas para que Hamas, apadrinado por Irán y Rusia, atacara Israel el pasado 7 de octubre.
En el mundo, como algún día en Torreón, ya nunca seremos los unos y tampoco los mismos.
¡Ay! Palestina. ¡Ay! Israel.
Nota: El autor es Director General del ICAI. Sus puntos de vista no representan los de la institución.