Hay en el ser humano una tendencia a escapar de la realidad, o cuando menos a “fabricar” una realidad propia que nos permita seguir adelante cuando las cosas no son como quisiéramos que fueran.
Dentro de ciertos límites, esta puede ser una reacción normal e incluso puede considerarse como algo conveniente si las circunstancias son tan difíciles que alteran nuestra estabilidad emocional.
Sin embargo aquí aplica aquello de: “todos los excesos son malos”, sobre todo cuando vamos alimentando esa realidad que nos inventamos, con ideas y datos falsos que la inflan como si fuera un globo de gas que sujetamos por un hilo.
Nuestra realidad inventada se convierte entonces en un mito al que seguimos inflando igual que al globo, por lo que termina elevándose y nosotros con él, haciéndonos perder el contacto con el piso por seguir aferrados a su hilo.
Tal vez lo mismo nos sucede como sociedad.
Con mucha facilidad tendemos a creer en gestas gloriosas y héroes casi sobrehumanos, algo que el gobierno en turno con frecuencia aprovecha para adaptar la historia a conveniencia de sus propios intereses, dividiendo a los protagonistas de forma maniquea en buenos y malos.
La recién celebrada Independencia de nuestro país no es una excepción, durante dos siglos se ha alimentado la idea del español malo y el indio bueno en una Colonia injusta, brutal y despiadada, que si bien lo fue, no era muy diferente a la vivida en otras latitudes y naciones.
Poco se sabe que una de las principales causas de dicha emancipación, fue la inconformidad de los criollos (hijos de españoles nacidos en América) por su condición social inferior y los altos tributos impuestos por la corona.
Tampoco es muy conocido que dada la invasión francesa a España, las órdenes religiosas eran amenazadas con su expulsión y un México independiente sería un refugio seguro para la libertad de culto (católico), tal como lo prometía una de las tres garantías independentistas.
Conocer otras causas distintas a las difundidas “oficialmente”, nos puede ayudar a desinflar el globo y así entender y corregir nuestro presente.